miércoles, 29 de octubre de 2008
jueves, 23 de octubre de 2008
Entrevista realizada a Eric Hobsbawm
Por Marcelo Musto-Sin Permiso
[22.10.2008]- Actualización 1:20 pm de Cuba
Marcelo Musto: Profesor Hobsbawm, dos décadas después de 1989, cuando fue apresuradamente relegado al olvido, Karl Marx ha regresado al centro de atención. Libre del papel de intrumentum regni que le fue asignado en la Unión Soviética y de las ataduras del "marxismo-leninismo", no solo ha recibido atención intelectual por la nueva publicación de su obra sino que también ha sido el centro de un mayor interés. De hecho, en 2003, la revista francesa Nouvel Observateur dedicó un número especial a Karl Marx. Le penseur du troisième millénaire? Un año después, en Alemania, en una encuesta organizada por la compañía de televisión ZDF para establecer quien eran los más importantes alemanes de todos los tiempos, más de 500.000 televidentes votaron por Karl Marx; quien obtuvo el tercer lugar en la clasificación general y primero en la categoría de "relevancia actual". Luego, en 2005, el semanario Der Spiegel le dedicó una portada con el título de Ein Gespenst Kehrt zurük (Un espectro ha vuelto) mientras los escuchas del programa In Our Time de Radio 4 de la BBC votaron por Marx como el más grande filósofo.
En una conversación recientemente publicada con Jacques Attalí, usted dijo que paradójicamente "son los capitalistas, más que otros, quienes han estado redescubriendo a Marx" y usted habló de su asombro, cuando el hombre de negocios y político liberal, George Soros, le dijo a usted que: "He estado leyendo a Marx y hay muchas cosas interesantes en lo que él dice". Aunque sea débil y más bien vago ¿cuáles son las razones de este renacimiento? ¿Es probable que su obra sea de interés solamente para los especialistas e intelectuales, para ser presentada en cursos universitarios como un gran clásico del pensamiento moderno que no debería ser olvidado? o ¿también podría venir una nueva "demanda de Marx" en el futuro desde el lado político?
Eric Hobsbawm: Hay un indudable renacimiento del interés público en Marx en el mundo capitalista, sin embargo, probablemente no todavía en los nuevos miembros de la Unión Europea de Europa del Este. Este renacimiento, fue probablemente acelerado por el hecho de que el 150 aniversario de la publicación del Manifiesto del Partido Comunista coincidió con una crisis económica internacional particularmente dramática en medio de un período de ultra-rápida globalización del libre mercado.
Marx predijo la naturaleza de la economía mundial en el comienzo del Siglo XXI, sobre la base de su análisis de la "sociedad burguesa", ciento cincuenta años antes. No es sorprendente que los capitalistas inteligentes, especialmente en el sector financiero globalizado, fueran impresionados por Marx, ya que ellos fueron necesariamente más concientes que otros de la naturaleza y las inestabilidades de la economía capitalista en la cual ellos operaban. La mayoría de la izquierda intelectual ya no supo que hacer con Marx. Fue desmoralizada por el colapso del proyecto social-demócrata en la mayoría de los Estados Atlánticos del Norte en los ochenta y la conversión masiva de los gobiernos nacionales a la ideología de libre mercado así como por el colapso de los sistemas políticos y económicos que afirmaban ser inspirados por Marx y Lenin. Los así llamados, "nuevos movimientos sociales" como el feminismo, tampoco tuvieron una conexión lógica con el anti-capitalismo (aunque como individuos sus miembros pudieran estar alineados con él) o cuestionaron la creencia en el progreso sin fin del control humano sobre la naturaleza que tanto el capitalismo como el socialismo tradicional habían compartido. Al mismo tiempo, "el proletariado", dividido y disminuido, dejó de ser creíble como el agente histórico de la transformación social de Marx. Es también el caso que desde 1968, los más prominentes movimientos radicales han preferido la acción directa no necesariamente basada sobre muchas lecturas y análisis teóricos. Claro, esto no significa que Marx dejara de ser considerado como un gran y clásico pensador, aunque por razones políticas, especialmente en países como Francia e Italia, que alguna vez tuvieron poderosos Partidos Comunistas, ha habido una ofensiva intelectual apasionada contra Marx y los análisis marxistas, que probablemente llegaron a su más alto nivel en los ochenta y noventa. Hay signos de que ahora el agua retomará su nivel.
M. M.: A través de su vida, Marx fue un agudo e incansable investigador, quien percibió y analizó mejor que ninguno otro en su tiempo, el desarrollo del capitalismo a escala mundial. Él entendió que el nacimiento de una economía internacional globalizada era inherente al modo capitalista de producción y predijo que este proceso generaría no solamente el crecimiento y la prosperidad alardeados por políticos y teóricos liberales sino también violentos conflictos, crisis económicas e injusticia social generalizada. En la última década hemos visto la Crisis financiera del este asiático, que empezó en el verano de 1997; la crisis económica argentina de 1999-2002 y sobre todo, la crisis de los préstamos hipotecarios, que empezó en Estados Unidos en 2006 y ahora ha devenido la más grande crisis financiera de la post-guerra. ¿Es correcto decir entonces, que el regreso al interés en Marx está basado en la crisis de la sociedad capitalista y sobre su perdurable capacidad de explicar las profundas contradicciones del mundo actual?
E. H.: Si la política de la izquierda en el futuro será inspirada una vez más en los análisis de Marx, como lo fueron los viejos movimientos socialistas y comunistas, dependerá de lo que pase en el mundo capitalista. Pero esto aplica no solamente a Marx sino a la izquierda como un proyecto y una ideología política coherente. Puesto que, como usted dice correctamente, la recuperación del interés en Marx está considerablemente –yo diría, principalmente- basado sobre la actual crisis de la sociedad capitalista, la perspectiva es más prometedora de lo que fue en los noventa. La presente crisis financiera mundial, que bien puede devenir en una mayor depresión económica en Estados Unidos, dramatiza el fracaso de la teología del libre mercado global incontrolado y obliga, inclusive del Gobierno norteamericano, a considerar optar por tomar acciones públicas olvidadas desde los treinta. Las presiones políticas están ya debilitando el compromiso de los gobiernos neoliberales en torno a una globalización incontrolada, ilimitada y desregulada. En algunos casos (China) las vastas desigualdades e injusticias causadas por una transición de modo general a una economía de libre mercado, plantea ya problemas importantes para la estabilidad social y dudas inclusive en altos niveles de gobierno.
Es claro que cualquier "retorno a Marx" será esencialmente un retorno al análisis de Marx del capitalismo y su lugar en la evolución histórica de la humanidad —incluyendo, sobre todo, sus análisis de la inestabilidad central del desarrollo capitalista que procede a través de crisis económicas auto-generadas con dimensiones políticas y sociales. Ningún marxista podría creer por un momento que, como argumentaron los ideólogos neoliberales en 1989, el capitalismo liberal se había establecido para siempre, que la historia tenía un fin o, en efecto, que cualquier sistema de relaciones humanas podría ser para siempre, final y definitivo.
M. M.: No piensa usted que si las fuerzas políticas e intelectuales de la izquierda internacional, que se cuestionan a sí mismas con respecto al socialismo en el nuevo siglo, renunciaran a las ideas de Marx, ¿no perderían una guía fundamental para el examen y la transformación de la realidad actual?
E. H.: Ningún socialista puede renunciar a las ideas de Marx, en tanto que su creencia de que el capitalismo debe ser sucedido por otra forma de sociedad está basada, no en la esperanza o la voluntad sino en un análisis serio del desarrollo histórico, particularmente de la era capitalista. Su predicción real de que el capitalismo sería re-emplazado por un sistema administrado o planeado socialmente todavía parece razonable, aunque él ciertamente subestimó los elementos de mercado que sobrevivirían en algún sistema(s) post-capitalista. Puesto que él deliberadamente se abstuvo de especular acerca del futuro, no puede ser hecho responsable por las formas específicas en que las economías "socialistas" fueron organizadas bajo el "socialismo realmente existente". En cuanto a los objetivos del socialismo, Marx no fue el único pensador que quería una sociedad sin explotación y alienación, en que los seres humanos pudieran realizar plenamente sus potencialidades, pero sí fue el que la expresó con mayor fuerza que nadie, y sus palabras mantienen el poder para inspirar.
Sin embargo, Marx no regresará como una inspiración política para la izquierda hasta que sea entendido que sus escritos no deben ser tratados como programas políticos, autoritariamente, o de otra manera, ni como descripciones de una situación real del mundo capitalista de hoy, sino más bien, como guías hacia su modo de entender la naturaleza del desarrollo capitalista. Ni tampoco podemos o debemos olvidar que él no logró una presentación bien planeada, coherente y completa de sus ideas, a pesar de los intentos de Engels y otros de construir de los manuscritos de Marx, un volumen II y III de El Capital. Como lo muestran los Grundrisse. Incluso, un Capital completo habría conformado solamente una parte del propio plan original de Marx, quizá excesivamente ambicioso.
Por otro lado, Marx no regresará a la izquierda hasta que la tendencia actual entre los activistas radicales de convertir el anticapitalismo en anti-globalismo sea abandonada. La globalización existe y, casi un colapso de la sociedad humana, es irreversible. En efecto, Marx lo reconoció como un hecho y. como un internacionalista, le dio la bienvenida, teóricamente. Lo que él criticó y lo que nosotros debemos criticar es el tipo de globalización producida por el capitalismo.
M. M.: Uno de los escritos de Marx que suscitaron el mayor interés entre los nuevos lectores y comentadores son los Grundrisse. Escritos entre 1857 y 1858, los Grundrisse son el primer borrador de la crítica de la economía política de Marx y, por tanto, también el trabajo inicial preparatorio del Capital; contiene numerosas reflexiones sobre temas que Marx no desarrolló en ninguna otra parte de su creación inacabada. ¿Por qué, en su opinión, estos manuscritos de la obra de Marx, continúan provocando más debate que cualquiera otro, a pesar del hecho de que los escribió solamente para resumir los fundamentos de su crítica de la economía política? ¿Cuál es la razón de su persistente interés?
E. H.: Desde mi punto de vista, los Grundrisse han provocado un impacto internacional tan grande sobre la escena marxista intelectual por dos razones relacionadas. Permanecieron virtualmente no publicados antes de los cincuenta y, como usted dice, conteniendo una masa de reflexiones sobre asuntos que Marx no desarrolló en ninguna otra parte. No fueron parte del largamente dogmatizado corpus del marxismo ortodoxo en el mundo del socialismo soviético, de ahí que el socialismo soviético no pudiera simplemente desecharlos. Pudieron, por tanto, ser usados por marxistas que querían criticar ortodoxamente o ampliar el alcance del análisis marxista mediante una apelación a un texto que no podría ser acusado de ser herético o anti-marxista. Por tanto, las ediciones de los setenta y los ochenta antes de la caída del Muro de Berlín, continuaron provocando debate, fundamentalmente porque en estos manuscritos Marx plantea problemas importantes que no fueron considerados en el Capital, como por ejemplo, las cuestiones planteadas en mi prefacio al volumen de ensayos que usted recolectó (Karl Marx's Grundrisse. Foundations of the Critique of Political Economy 150 Years Later, editado por M. Musto, Londres-Nueva York, Routledge, 2008).
M. M.: En el prefacio de este libro, escrito por varios expertos internacionales para conmemorar el 150 aniversario desde su composición, usted escribió: "Quizá este es el momento correcto para regresar al estudio de los Grundrisse menos constreñidos por las consideraciones temporales de las políticas de izquierda entre la denuncia de Nikita Khrushchev de Stalin y la caída de Mikhail Gorbachev". Además, para subrayar el enorme valor de este texto, usted establece que los Grundrisse "contienen análisis y la comprensión, por ejemplo, de la tecnología, que lleva al tratamiento de Marx del capitalismo mas allá del siglo XIX en la era de una sociedad donde la producción no requiere ya mano de obra masiva, de automatización, de potencial de tiempo libre y de las transformaciones de alienación en tales circunstancias. Este es el único texto que va, de alguna manera, más allá de los propios indicios de Marx del futuro comunista en la Ideología Alemana. En pocas palabras, ha sido correctamente descrito como el pensamiento de Marx en toda su riqueza. Por tanto ¿cuál podría ser el resultado de la re-lectura de los Grundrisse hoy?
E. H.: No hay probablemente más que un puñado de editores y traductores que han tenido un pleno conocimiento de esta gran y notoriamente difícil masa de textos. Pero una re-re-lectura o más bien lectura de ellos hoy puede ayudarnos a repensar a Marx: a distinguir lo general en el análisis del capitalismo de Marx de lo que fue específico de la situación de la "sociedad burguesa" en la mitad del siglo XIX. No podemos predecir qué conclusiones de este análisis son posibles y probablemente solamente que ellos ciertamente no llevarán a acuerdos unánimes.
M. M.: Para terminar una pregunta final ¿Por qué es importante leer hoy a Marx?
E. H. Para cualquier interesado en las ideas, sea un estudiante universitario o no, es patentemente claro que Marx es y permanecerá como una de las grandes mentes filosóficas y analistas económicas del siglo diecinueve y, en su máxima expresión, un maestro de una prosa apasionada. También es importante leer a Marx porque el mundo en el cual vivimos hoy, no puede entenderse sin la influencia que los escritos de este hombre tuvieron sobre el siglo XX. Y finalmente debería ser leído porque como él mismo escribió, el mundo no puede ser cambiado de manera efectiva a menos que sea entendido, y Marx permanece como una soberbia guía para la comprensión del mundo y los problemas a los que debemos hacer frente.
Eric Hobsbawm es considerado uno de los más grandes historiadores vivientes. Es Presidente de la Birkbeck College (London University) y profesor emérito de la New School for Social Research (New York). Entre sus muchos escritos se encuentran la trilogía acerca del "largo siglo XIX": The Age of Revolution: Europe 1789-1848 (1962); The Age of Capital: 1848-1874 (1975); The Age of Empire: 1875-1914 (1987) y el libro The Age of Extremes: The Short Twentieth Century, 1914-1991 (1994) traducidos a varios idiomas. Le entrevistamos cuando la publicación del volumen Karl Marx's Grundrisse. Foundations of the Critique of Political Economy 150 Years Later y con motivo de la nueva actualidad que están teniendo en los últimos años los escritos de Marx y después de la nueva crisis de Wall Street
[22.10.2008]- Actualización 1:20 pm de Cuba
Marcelo Musto: Profesor Hobsbawm, dos décadas después de 1989, cuando fue apresuradamente relegado al olvido, Karl Marx ha regresado al centro de atención. Libre del papel de intrumentum regni que le fue asignado en la Unión Soviética y de las ataduras del "marxismo-leninismo", no solo ha recibido atención intelectual por la nueva publicación de su obra sino que también ha sido el centro de un mayor interés. De hecho, en 2003, la revista francesa Nouvel Observateur dedicó un número especial a Karl Marx. Le penseur du troisième millénaire? Un año después, en Alemania, en una encuesta organizada por la compañía de televisión ZDF para establecer quien eran los más importantes alemanes de todos los tiempos, más de 500.000 televidentes votaron por Karl Marx; quien obtuvo el tercer lugar en la clasificación general y primero en la categoría de "relevancia actual". Luego, en 2005, el semanario Der Spiegel le dedicó una portada con el título de Ein Gespenst Kehrt zurük (Un espectro ha vuelto) mientras los escuchas del programa In Our Time de Radio 4 de la BBC votaron por Marx como el más grande filósofo.
En una conversación recientemente publicada con Jacques Attalí, usted dijo que paradójicamente "son los capitalistas, más que otros, quienes han estado redescubriendo a Marx" y usted habló de su asombro, cuando el hombre de negocios y político liberal, George Soros, le dijo a usted que: "He estado leyendo a Marx y hay muchas cosas interesantes en lo que él dice". Aunque sea débil y más bien vago ¿cuáles son las razones de este renacimiento? ¿Es probable que su obra sea de interés solamente para los especialistas e intelectuales, para ser presentada en cursos universitarios como un gran clásico del pensamiento moderno que no debería ser olvidado? o ¿también podría venir una nueva "demanda de Marx" en el futuro desde el lado político?

Eric Hobsbawm: Hay un indudable renacimiento del interés público en Marx en el mundo capitalista, sin embargo, probablemente no todavía en los nuevos miembros de la Unión Europea de Europa del Este. Este renacimiento, fue probablemente acelerado por el hecho de que el 150 aniversario de la publicación del Manifiesto del Partido Comunista coincidió con una crisis económica internacional particularmente dramática en medio de un período de ultra-rápida globalización del libre mercado.
Marx predijo la naturaleza de la economía mundial en el comienzo del Siglo XXI, sobre la base de su análisis de la "sociedad burguesa", ciento cincuenta años antes. No es sorprendente que los capitalistas inteligentes, especialmente en el sector financiero globalizado, fueran impresionados por Marx, ya que ellos fueron necesariamente más concientes que otros de la naturaleza y las inestabilidades de la economía capitalista en la cual ellos operaban. La mayoría de la izquierda intelectual ya no supo que hacer con Marx. Fue desmoralizada por el colapso del proyecto social-demócrata en la mayoría de los Estados Atlánticos del Norte en los ochenta y la conversión masiva de los gobiernos nacionales a la ideología de libre mercado así como por el colapso de los sistemas políticos y económicos que afirmaban ser inspirados por Marx y Lenin. Los así llamados, "nuevos movimientos sociales" como el feminismo, tampoco tuvieron una conexión lógica con el anti-capitalismo (aunque como individuos sus miembros pudieran estar alineados con él) o cuestionaron la creencia en el progreso sin fin del control humano sobre la naturaleza que tanto el capitalismo como el socialismo tradicional habían compartido. Al mismo tiempo, "el proletariado", dividido y disminuido, dejó de ser creíble como el agente histórico de la transformación social de Marx. Es también el caso que desde 1968, los más prominentes movimientos radicales han preferido la acción directa no necesariamente basada sobre muchas lecturas y análisis teóricos. Claro, esto no significa que Marx dejara de ser considerado como un gran y clásico pensador, aunque por razones políticas, especialmente en países como Francia e Italia, que alguna vez tuvieron poderosos Partidos Comunistas, ha habido una ofensiva intelectual apasionada contra Marx y los análisis marxistas, que probablemente llegaron a su más alto nivel en los ochenta y noventa. Hay signos de que ahora el agua retomará su nivel.
M. M.: A través de su vida, Marx fue un agudo e incansable investigador, quien percibió y analizó mejor que ninguno otro en su tiempo, el desarrollo del capitalismo a escala mundial. Él entendió que el nacimiento de una economía internacional globalizada era inherente al modo capitalista de producción y predijo que este proceso generaría no solamente el crecimiento y la prosperidad alardeados por políticos y teóricos liberales sino también violentos conflictos, crisis económicas e injusticia social generalizada. En la última década hemos visto la Crisis financiera del este asiático, que empezó en el verano de 1997; la crisis económica argentina de 1999-2002 y sobre todo, la crisis de los préstamos hipotecarios, que empezó en Estados Unidos en 2006 y ahora ha devenido la más grande crisis financiera de la post-guerra. ¿Es correcto decir entonces, que el regreso al interés en Marx está basado en la crisis de la sociedad capitalista y sobre su perdurable capacidad de explicar las profundas contradicciones del mundo actual?
E. H.: Si la política de la izquierda en el futuro será inspirada una vez más en los análisis de Marx, como lo fueron los viejos movimientos socialistas y comunistas, dependerá de lo que pase en el mundo capitalista. Pero esto aplica no solamente a Marx sino a la izquierda como un proyecto y una ideología política coherente. Puesto que, como usted dice correctamente, la recuperación del interés en Marx está considerablemente –yo diría, principalmente- basado sobre la actual crisis de la sociedad capitalista, la perspectiva es más prometedora de lo que fue en los noventa. La presente crisis financiera mundial, que bien puede devenir en una mayor depresión económica en Estados Unidos, dramatiza el fracaso de la teología del libre mercado global incontrolado y obliga, inclusive del Gobierno norteamericano, a considerar optar por tomar acciones públicas olvidadas desde los treinta. Las presiones políticas están ya debilitando el compromiso de los gobiernos neoliberales en torno a una globalización incontrolada, ilimitada y desregulada. En algunos casos (China) las vastas desigualdades e injusticias causadas por una transición de modo general a una economía de libre mercado, plantea ya problemas importantes para la estabilidad social y dudas inclusive en altos niveles de gobierno.
Es claro que cualquier "retorno a Marx" será esencialmente un retorno al análisis de Marx del capitalismo y su lugar en la evolución histórica de la humanidad —incluyendo, sobre todo, sus análisis de la inestabilidad central del desarrollo capitalista que procede a través de crisis económicas auto-generadas con dimensiones políticas y sociales. Ningún marxista podría creer por un momento que, como argumentaron los ideólogos neoliberales en 1989, el capitalismo liberal se había establecido para siempre, que la historia tenía un fin o, en efecto, que cualquier sistema de relaciones humanas podría ser para siempre, final y definitivo.
M. M.: No piensa usted que si las fuerzas políticas e intelectuales de la izquierda internacional, que se cuestionan a sí mismas con respecto al socialismo en el nuevo siglo, renunciaran a las ideas de Marx, ¿no perderían una guía fundamental para el examen y la transformación de la realidad actual?
E. H.: Ningún socialista puede renunciar a las ideas de Marx, en tanto que su creencia de que el capitalismo debe ser sucedido por otra forma de sociedad está basada, no en la esperanza o la voluntad sino en un análisis serio del desarrollo histórico, particularmente de la era capitalista. Su predicción real de que el capitalismo sería re-emplazado por un sistema administrado o planeado socialmente todavía parece razonable, aunque él ciertamente subestimó los elementos de mercado que sobrevivirían en algún sistema(s) post-capitalista. Puesto que él deliberadamente se abstuvo de especular acerca del futuro, no puede ser hecho responsable por las formas específicas en que las economías "socialistas" fueron organizadas bajo el "socialismo realmente existente". En cuanto a los objetivos del socialismo, Marx no fue el único pensador que quería una sociedad sin explotación y alienación, en que los seres humanos pudieran realizar plenamente sus potencialidades, pero sí fue el que la expresó con mayor fuerza que nadie, y sus palabras mantienen el poder para inspirar.
Sin embargo, Marx no regresará como una inspiración política para la izquierda hasta que sea entendido que sus escritos no deben ser tratados como programas políticos, autoritariamente, o de otra manera, ni como descripciones de una situación real del mundo capitalista de hoy, sino más bien, como guías hacia su modo de entender la naturaleza del desarrollo capitalista. Ni tampoco podemos o debemos olvidar que él no logró una presentación bien planeada, coherente y completa de sus ideas, a pesar de los intentos de Engels y otros de construir de los manuscritos de Marx, un volumen II y III de El Capital. Como lo muestran los Grundrisse. Incluso, un Capital completo habría conformado solamente una parte del propio plan original de Marx, quizá excesivamente ambicioso.
Por otro lado, Marx no regresará a la izquierda hasta que la tendencia actual entre los activistas radicales de convertir el anticapitalismo en anti-globalismo sea abandonada. La globalización existe y, casi un colapso de la sociedad humana, es irreversible. En efecto, Marx lo reconoció como un hecho y. como un internacionalista, le dio la bienvenida, teóricamente. Lo que él criticó y lo que nosotros debemos criticar es el tipo de globalización producida por el capitalismo.
M. M.: Uno de los escritos de Marx que suscitaron el mayor interés entre los nuevos lectores y comentadores son los Grundrisse. Escritos entre 1857 y 1858, los Grundrisse son el primer borrador de la crítica de la economía política de Marx y, por tanto, también el trabajo inicial preparatorio del Capital; contiene numerosas reflexiones sobre temas que Marx no desarrolló en ninguna otra parte de su creación inacabada. ¿Por qué, en su opinión, estos manuscritos de la obra de Marx, continúan provocando más debate que cualquiera otro, a pesar del hecho de que los escribió solamente para resumir los fundamentos de su crítica de la economía política? ¿Cuál es la razón de su persistente interés?
E. H.: Desde mi punto de vista, los Grundrisse han provocado un impacto internacional tan grande sobre la escena marxista intelectual por dos razones relacionadas. Permanecieron virtualmente no publicados antes de los cincuenta y, como usted dice, conteniendo una masa de reflexiones sobre asuntos que Marx no desarrolló en ninguna otra parte. No fueron parte del largamente dogmatizado corpus del marxismo ortodoxo en el mundo del socialismo soviético, de ahí que el socialismo soviético no pudiera simplemente desecharlos. Pudieron, por tanto, ser usados por marxistas que querían criticar ortodoxamente o ampliar el alcance del análisis marxista mediante una apelación a un texto que no podría ser acusado de ser herético o anti-marxista. Por tanto, las ediciones de los setenta y los ochenta antes de la caída del Muro de Berlín, continuaron provocando debate, fundamentalmente porque en estos manuscritos Marx plantea problemas importantes que no fueron considerados en el Capital, como por ejemplo, las cuestiones planteadas en mi prefacio al volumen de ensayos que usted recolectó (Karl Marx's Grundrisse. Foundations of the Critique of Political Economy 150 Years Later, editado por M. Musto, Londres-Nueva York, Routledge, 2008).
M. M.: En el prefacio de este libro, escrito por varios expertos internacionales para conmemorar el 150 aniversario desde su composición, usted escribió: "Quizá este es el momento correcto para regresar al estudio de los Grundrisse menos constreñidos por las consideraciones temporales de las políticas de izquierda entre la denuncia de Nikita Khrushchev de Stalin y la caída de Mikhail Gorbachev". Además, para subrayar el enorme valor de este texto, usted establece que los Grundrisse "contienen análisis y la comprensión, por ejemplo, de la tecnología, que lleva al tratamiento de Marx del capitalismo mas allá del siglo XIX en la era de una sociedad donde la producción no requiere ya mano de obra masiva, de automatización, de potencial de tiempo libre y de las transformaciones de alienación en tales circunstancias. Este es el único texto que va, de alguna manera, más allá de los propios indicios de Marx del futuro comunista en la Ideología Alemana. En pocas palabras, ha sido correctamente descrito como el pensamiento de Marx en toda su riqueza. Por tanto ¿cuál podría ser el resultado de la re-lectura de los Grundrisse hoy?
E. H.: No hay probablemente más que un puñado de editores y traductores que han tenido un pleno conocimiento de esta gran y notoriamente difícil masa de textos. Pero una re-re-lectura o más bien lectura de ellos hoy puede ayudarnos a repensar a Marx: a distinguir lo general en el análisis del capitalismo de Marx de lo que fue específico de la situación de la "sociedad burguesa" en la mitad del siglo XIX. No podemos predecir qué conclusiones de este análisis son posibles y probablemente solamente que ellos ciertamente no llevarán a acuerdos unánimes.
M. M.: Para terminar una pregunta final ¿Por qué es importante leer hoy a Marx?
E. H. Para cualquier interesado en las ideas, sea un estudiante universitario o no, es patentemente claro que Marx es y permanecerá como una de las grandes mentes filosóficas y analistas económicas del siglo diecinueve y, en su máxima expresión, un maestro de una prosa apasionada. También es importante leer a Marx porque el mundo en el cual vivimos hoy, no puede entenderse sin la influencia que los escritos de este hombre tuvieron sobre el siglo XX. Y finalmente debería ser leído porque como él mismo escribió, el mundo no puede ser cambiado de manera efectiva a menos que sea entendido, y Marx permanece como una soberbia guía para la comprensión del mundo y los problemas a los que debemos hacer frente.
Eric Hobsbawm es considerado uno de los más grandes historiadores vivientes. Es Presidente de la Birkbeck College (London University) y profesor emérito de la New School for Social Research (New York). Entre sus muchos escritos se encuentran la trilogía acerca del "largo siglo XIX": The Age of Revolution: Europe 1789-1848 (1962); The Age of Capital: 1848-1874 (1975); The Age of Empire: 1875-1914 (1987) y el libro The Age of Extremes: The Short Twentieth Century, 1914-1991 (1994) traducidos a varios idiomas. Le entrevistamos cuando la publicación del volumen Karl Marx's Grundrisse. Foundations of the Critique of Political Economy 150 Years Later y con motivo de la nueva actualidad que están teniendo en los últimos años los escritos de Marx y después de la nueva crisis de Wall Street
viernes, 10 de octubre de 2008
CRISIS DEL CAPITALISMO 2
Altos jefes de Lehman Brothers mantienen remuneraciones por 480 millones de dólares tras el rescate
Ira en EEUU contra los políticos y los ejecutivos de Wall Street
David Brooks
La Jornada
“¿Ya están brincando los ejecutivos desde los edificios de Wall Street? Ojalá vayan y los arresten antes de que lo hagan, hijos de la chingada”, dice un neoyorquino leyendo los titulares de los periódicos hoy.
Algunos de esos ejecutivos hicieron poco para cambiar la ira popular cuando se presentaron en audiencias ante el Congreso esta semana, donde intentaron justificar sus decisiones que resultaron en la crisis financiera más grande desde la Gran Depresión.
Richard Fuld, ejecutivo en jefe de Lehman Brothers, uno de los cinco bancos de inversiones más grandes que entró en quiebra en 15 de septiembre, no tenía respuesta cuando el representante Henry Waxman lo interrogó así: “Su empresa ahora está en bancarrota y su país en un estado de crisis, pero usted se queda con sus 480 millones (la remuneración que ha
ganado en sus años como jefe de la empresa). ¿Usted cree que eso es justo?.. Es casi inimaginable para tanta gente”.
Ahí se reveló que cuando un ejecutivo de bajo rango sugirió que los ejecutivos de Lehman deberían considerar anular su ingreso adicional, el jefe de inversiones globales de la empresa, George Walker, quien resulta ser primo del presidente George W. Bush, envió una disculpa por permitir que haya circulado tal sugerencia. Cuatro días antes de declararse en bancarrota, el comité ejecutivo de compensaciones de la empresa recomendó que tres ejecutivos que se retiraban deberían ser premiados con 20 millones de dólares.
Detrás de Fuld en el público de la audiencia, había pancartas en las que se leía “Vergüenza” y “Limiten la avaricia”.
Ayer, frente al mismo comité del Congreso, le tocó el turno a los ejecutivos de la gigantesca aseguradora AIG. Fueron interrogados sobre cómo era posible que seis días después de que los contribuyentes del país habían rescatado la empresa con 85 mil millones de dólares, los ejecutivos gastaron 500 mil dólares de la empresa para relajarse en un hotel de lujo en las playas de California, donde ocuparon 60 habitaciones.
Ahí gastaron 200 mil para los cuartos, 150 mil para comidas, 10 mil en el bar, y 23 mil en el spa. “Estaban consiguiendo sus manicures, sus faciales, sus pedicures y sus masajes mientras que el pueblo estadunidense estaba pagando la cuenta”, declaró el representante Elijah Cummings al interrogarlos.
Sin embargo, hoy se anunció que la Reserva Federal estaba otorgando otro préstamo de 38.7 mil millones a AIG.
De pronto, parece, los que antes eran admirados como los “maestros del universo” ahora son los villanos de esta historia junto con varios de sus cuates en la cúpula política.
Nadie sabe si el rescate financiero funcionará, pero la ira y desconfianza popular contra la cúpula política y económica del país es palpable en las calles (no es por nada que la
Casa Blanca republicana y el Congreso demócrata registran sus niveles más altos de desaprobación en la historia en las encuestas).
Que ambos candidatos presidenciales, que el liderazgo demócrata y la Casa Blanca republicana y una mayoría de ambos partidos afirmen, al unísono, que entregar miles de millones al sector más rico del país para beneficio de todos los demás, con esa consigna de que “no es para Wall Street, sino para Main Street”, sigue sonando hueco y algo sospechoso.
Mike Lupica, columnista del New York Daily News, lo expresa cuando escribe: “en momentos de crisis el liderazgo del país es una vergüenza... Hablan de miles de millones y billones a gente que se está ahogando en deudas de tarjetas de crédito, que no logra conseguir préstamos para ir a la universidad, y menos pueden pagarlas, que ya no tienen con qué pagar la gasolina para sus coches... Ya nadie les cree más”.
O Michael Moore, el cineasta, quien escribe que “los 400 estadunidenses más ricos... tienen más que los 150 millones de estadunidenses de abajo. Cuatrocientos estadunidenses ricos tienen más guardado que la mitad de todo el país. Su valor neto combinado es 1.6 billones. Durante los ocho años del gobierno de Bush, su riqueza se ha incrementado por casi 700 mil millones, el mismo monto que ahora están demandando que les demos para su ‘rescate’. ¿Por qué no mejor gastan la lana que ganaron con Bush para rescatarse a sí mismos? Aún contarían con casi un billón de dólares para compartir entre ellos. ¿Por qué razón se nos ocurre dar a estos barones rateros más de nuestro dinero?”
Es el fin de una segunda edad “dorada”, dicen unos (la primera acabó con la Gran Depresión); otros que es el fin de una economía encabezada por los autoproclamados “maestros del universo”, los ejecutivos del sector financiero que se presentaban casi como dioses, encar
gados de lo que ahora muchos dicen que fue más bien un casino.
El momento recuerda una conversación ficticia sobre la economía ficción del mundo financiero especulativo. Gordon Gekko, el multimillonario inversionista en sus oficinas de lujo en Nueva York le dice a su aprendiz Bud Fox que Wall Street es “una ilusión que se ha vuelto real”. El aprendiz le pregunta acerca de los límites de la avaricia, “¿Pero cuánto es suficiente?”, furioso porque Gekko está por comprar una aerolínea sólo para destruir la empresa como negocio; empresa donde trabajan el padre de Fox y otros sindicalizados que perderán sus empleos. Gekko le responde que si no sabía que “el 1 por ciento del país es dueño de 50 pro ciento de la riqueza”, y que ese más de 90 por ciento del país ha sido convencido que así es el mundo. “Yo produzco nada”, dice, sino que sólo juega con lo que ha sido creado por otros. Y acaba: “A poco eres tan ingenuo que crees que vivimos en una democracia. Esto es el libre mercado”. Gekko, personaje actuado por Michael Douglas por lo cual ganó el Oscar, y Fox, actuado por Charlie Sheen (su padre en la vida real, Martin Sheen, tiene el papel de su padre aquí también) fueron parte de la película Wall Street dirigida por Oliver Stone hace 20 años.
Ira en EEUU contra los políticos y los ejecutivos de Wall Street
David Brooks
La Jornada
“¿Ya están brincando los ejecutivos desde los edificios de Wall Street? Ojalá vayan y los arresten antes de que lo hagan, hijos de la chingada”, dice un neoyorquino leyendo los titulares de los periódicos hoy.
Algunos de esos ejecutivos hicieron poco para cambiar la ira popular cuando se presentaron en audiencias ante el Congreso esta semana, donde intentaron justificar sus decisiones que resultaron en la crisis financiera más grande desde la Gran Depresión.
Richard Fuld, ejecutivo en jefe de Lehman Brothers, uno de los cinco bancos de inversiones más grandes que entró en quiebra en 15 de septiembre, no tenía respuesta cuando el representante Henry Waxman lo interrogó así: “Su empresa ahora está en bancarrota y su país en un estado de crisis, pero usted se queda con sus 480 millones (la remuneración que ha
ganado en sus años como jefe de la empresa). ¿Usted cree que eso es justo?.. Es casi inimaginable para tanta gente”.Ahí se reveló que cuando un ejecutivo de bajo rango sugirió que los ejecutivos de Lehman deberían considerar anular su ingreso adicional, el jefe de inversiones globales de la empresa, George Walker, quien resulta ser primo del presidente George W. Bush, envió una disculpa por permitir que haya circulado tal sugerencia. Cuatro días antes de declararse en bancarrota, el comité ejecutivo de compensaciones de la empresa recomendó que tres ejecutivos que se retiraban deberían ser premiados con 20 millones de dólares.
Detrás de Fuld en el público de la audiencia, había pancartas en las que se leía “Vergüenza” y “Limiten la avaricia”.
Ayer, frente al mismo comité del Congreso, le tocó el turno a los ejecutivos de la gigantesca aseguradora AIG. Fueron interrogados sobre cómo era posible que seis días después de que los contribuyentes del país habían rescatado la empresa con 85 mil millones de dólares, los ejecutivos gastaron 500 mil dólares de la empresa para relajarse en un hotel de lujo en las playas de California, donde ocuparon 60 habitaciones.
Ahí gastaron 200 mil para los cuartos, 150 mil para comidas, 10 mil en el bar, y 23 mil en el spa. “Estaban consiguiendo sus manicures, sus faciales, sus pedicures y sus masajes mientras que el pueblo estadunidense estaba pagando la cuenta”, declaró el representante Elijah Cummings al interrogarlos.
Sin embargo, hoy se anunció que la Reserva Federal estaba otorgando otro préstamo de 38.7 mil millones a AIG.
De pronto, parece, los que antes eran admirados como los “maestros del universo” ahora son los villanos de esta historia junto con varios de sus cuates en la cúpula política.
Nadie sabe si el rescate financiero funcionará, pero la ira y desconfianza popular contra la cúpula política y económica del país es palpable en las calles (no es por nada que la
Casa Blanca republicana y el Congreso demócrata registran sus niveles más altos de desaprobación en la historia en las encuestas).Que ambos candidatos presidenciales, que el liderazgo demócrata y la Casa Blanca republicana y una mayoría de ambos partidos afirmen, al unísono, que entregar miles de millones al sector más rico del país para beneficio de todos los demás, con esa consigna de que “no es para Wall Street, sino para Main Street”, sigue sonando hueco y algo sospechoso.
Mike Lupica, columnista del New York Daily News, lo expresa cuando escribe: “en momentos de crisis el liderazgo del país es una vergüenza... Hablan de miles de millones y billones a gente que se está ahogando en deudas de tarjetas de crédito, que no logra conseguir préstamos para ir a la universidad, y menos pueden pagarlas, que ya no tienen con qué pagar la gasolina para sus coches... Ya nadie les cree más”.
O Michael Moore, el cineasta, quien escribe que “los 400 estadunidenses más ricos... tienen más que los 150 millones de estadunidenses de abajo. Cuatrocientos estadunidenses ricos tienen más guardado que la mitad de todo el país. Su valor neto combinado es 1.6 billones. Durante los ocho años del gobierno de Bush, su riqueza se ha incrementado por casi 700 mil millones, el mismo monto que ahora están demandando que les demos para su ‘rescate’. ¿Por qué no mejor gastan la lana que ganaron con Bush para rescatarse a sí mismos? Aún contarían con casi un billón de dólares para compartir entre ellos. ¿Por qué razón se nos ocurre dar a estos barones rateros más de nuestro dinero?”
Es el fin de una segunda edad “dorada”, dicen unos (la primera acabó con la Gran Depresión); otros que es el fin de una economía encabezada por los autoproclamados “maestros del universo”, los ejecutivos del sector financiero que se presentaban casi como dioses, encar
gados de lo que ahora muchos dicen que fue más bien un casino.El momento recuerda una conversación ficticia sobre la economía ficción del mundo financiero especulativo. Gordon Gekko, el multimillonario inversionista en sus oficinas de lujo en Nueva York le dice a su aprendiz Bud Fox que Wall Street es “una ilusión que se ha vuelto real”. El aprendiz le pregunta acerca de los límites de la avaricia, “¿Pero cuánto es suficiente?”, furioso porque Gekko está por comprar una aerolínea sólo para destruir la empresa como negocio; empresa donde trabajan el padre de Fox y otros sindicalizados que perderán sus empleos. Gekko le responde que si no sabía que “el 1 por ciento del país es dueño de 50 pro ciento de la riqueza”, y que ese más de 90 por ciento del país ha sido convencido que así es el mundo. “Yo produzco nada”, dice, sino que sólo juega con lo que ha sido creado por otros. Y acaba: “A poco eres tan ingenuo que crees que vivimos en una democracia. Esto es el libre mercado”. Gekko, personaje actuado por Michael Douglas por lo cual ganó el Oscar, y Fox, actuado por Charlie Sheen (su padre en la vida real, Martin Sheen, tiene el papel de su padre aquí también) fueron parte de la película Wall Street dirigida por Oliver Stone hace 20 años.
CRISIS DEL CAPITALISMO 1
Comenzamos a publicar una serie de articulos que nos ayuden a comprender las causas de la actual crisis capitalista mundial y las posibles derivaciones de la misma en el futuro , hoy más que nunca con el convencimiento de que solo el socialismo cientifico posee las herramientas adecuadas para la concresion de un mundo más justo y solidario
La Jornada, México, 01/04/05. Traducción, Ramón Vera Herrera. El copyright pertenece a Immanuel Wallerstein. Se permite la distribución por correo electrónico y su colocación en sitios no comerciales de Internet en la medida que se mantenga la integridad del texto y se conserve la nota original respecto al copyright. Para traducir el texto a otros idiomas, publicarlos en papel, utilizarlos de forma comercial, etc., es preciso entrar en contacto con el autor en iwaller@binghamton.edu; fax: 1-607-777-4315.
Asia oriental y el mundo: las décadas por venir
Immanuel WallersteinHace no tanto todavía, en la década de los años 60, pocos analistas del mundo occidental hubieran pensado que Japón o China, y por supuesto mucho menos Corea, se convertirían en actores importantes en la economía-mundo. Hoy, nadie duda que son precisamente eso. En los años 80 aparecieron en la prensa occidental interminables artículos, casi histéricos, que hablaban de la próxima dominación de Japón. El tema se murió en los años 90, pero fue remplazado en los años ulteriores a 2000 por una serie de artículos, también casi histéricos, acerca de la posible y venidera dominación de China. ¿Cuál es la realidad?
Hay pocas dudas de que todos los países del Asia oriental han logrado un eno
rme progreso como centros de acumulación de capital, tecnología avanzada y productividad creciente. Es más, las curvas de todos ellos se mueven estables hacia arriba. Lo importante, por supuesto, no son las cifras absolutas, sino las que se relacionan con otros centros importantes de acumulación de capital, en particular Estados Unidos y Europa occidental. Grosso modo, uno puede afirmar que desde por lo menos los años 70 la fuerza económica de Estados Unidos declina en relación a Europa occidental y Asia oriental, y que por el momento Europa occidental y Asia oriental se mantienen a la par entre ellas.
Me refiero aquí a una fuerza en todos los ámbitos: producción, comercio y finanzas. El último gran baluarte de Estados Unidos es el hecho de que el dólar se mantenga como la divisa mundial de reserva. Sin embargo, la continua caída del valor del dólar, causada por los inmensos déficits fiscales de Estados Unidos en cuanto a su deuda pública y a las cuentas corrientes (déficit que parecen crecer constante y vertiginosamente) pone en entredicho este baluarte. Como todo el mundo ha notado, la única forma en que Estados Unidos ha podido lidiar con estos dos inmensos déficits es pidiendo prestado. Y los principales prestamistas son China, Japón
y, en menor medida, aunque no insignificante, Corea del Sur. El gran debate en la prensa mundial es si Asia oriental continuará o no comprando bonos del Tesoro estadounidense a la tasa que lo venía haciendo en años recientes. Los tres países han dado señales durante los últimos seis meses de que están considerando una mayor diversificación de sus valores en otras divisas. Por lo general se argumenta (pero no en forma unánime) que si Asia oriental comienza a hacer esto, el dólar caerá aún más, tal vez precipitadamente, lo que ocasionaría una seria depresión no sólo en Estados Unidos sino en el resto del mundo.
Me parece claro que el gobierno de George W. Bush no tiene la intención, ni la posibilidad política, de frenar cualquiera de estos dos grandes déficits. Los países de Asia oriental tendrán que escoger, en el futuro cercano, entre dos riesgos. Por un lado, si reducen sus inversiones de valores en dólares frenarán la posibilidad de que Estados Unidos compre sus mercancías, lo cual los pone en riesgo de abatir el empleo y las ganancias. Por otro lado, si continúan invirtiendo en un dólar que cae, estarán perdiendo, con el tiempo, su riqueza nacional. El primero es un peligro de corto plazo y el segundo es un peligro de mediano plazo. Conforme crecen los déficits estadounidenses, el peligro de mediano plazo se pondrá más y más en primer plano. De hecho, esto es lo que está ocurriendo. Considero virtualmente inevitable que Asia oriental se diversifique y que entonces el dólar pierda su posición de única divisa mundial de reserva. Creo que Estados Unidos perderá mucho más que Asia oriental -económica y políticamente- en el gran alboroto resultante, y esta consideración, de hecho, será un acicate para que Asia oriental actúe más pronto que tarde.
¿Qué ocurrirá entonces? Nuestro sistema-mundo, que ya es caótico en grado significativo, lo será mucho más. Una preocupación generalizada es el impacto de este caos sobre el poderío militar y los conflictos de poder. Esto es muy difícil de predecir. Porque Estados Unidos podría moverse en una de dos direcciones muy diferentes, retornar a un aislacionismo basado en la Fortaleza América, o embarcarse en más aventurerismo unilateral. Podría hacer ambas cosas: primero más aventurerismo y luego ser la Fortaleza América. Esto es, por supuesto, extremadamente importante para Asia oriental. Tendrá un impacto inmediato en lo que ocurra en la penín
sula de Corea y en las tensiones entre el gobierno chino y Taiwán. Hará surgir, como asunto de urgencia, si Japón se involucra en un rearme militar importante. Tanto en Corea del sur como en Japón, estará en cuestión si prosiguen o no con el desarrollo de armas nucleares.
Asia oriental tendrá que enfrentar una cuestión fundamental: si la región se encamina o no en dirección de algún tipo de integración seria, como ha venido haciendo Europa en los últimos 50 años. Las dificultades son obvias. China y Corea son, ambos, países divididos en busca de reunificación. Y los tres -China, Japón y Corea- albergan querellas históricas importantes, vis-avis, entre ellos. Tales querellas no son insuperables, como nos lo está demostrando la saga de Europa, pero deben asumirse con mucha seriedad y encararse directamente de alguna manera. ¿Ocurrirá esto?
La ventaja de encaminarse hacia una cooperación y una reconciliación asiática oriental es obvia. Los poderíos económico, político y sí, militar, de Asia oriental se volverían formidables en el lapso de 50 años. En la transición que sufre el sistema-mundo, de su estructura histórica actual -una economía-mundo capitalista- a algo diferente, el bloque asiático oriental vendría a jugar un papel central.
El lado negativo es también obvio. Primero, tal esfuerzo provocaría una vigorosa oposición en Estados Unidos y, en menor grado, en Europa occidental. Enfrentaría también la oposición de India. Pero, tal vez lo más importante, abriría un debate en torno al papel relativo de China y Japón en cualquier arreglo que se discutiera, y renuencia de Corea a ser tratada como socio menor sin mucho derecho a voz. Muchos esfuerzos en favor de unificaciones regionales durante el siglo pasado se fueron a pique justamente por tales aspectos.
Lo que es importante entender es que la cuestión de un acuerdo y la integración de Asia oriental habrá de resolverse, en gran medida, dentro del ámbito de competencia d
e Asia oriental. El resto del mundo no va a poder hacer mucho al respecto, ni ayudar ni obstruirla. La pelota, como decimos, está en la cancha de Asia oriental.
Immanuel WallersteinHace no tanto todavía, en la década de los años 60, pocos analistas del mundo occidental hubieran pensado que Japón o China, y por supuesto mucho menos Corea, se convertirían en actores importantes en la economía-mundo. Hoy, nadie duda que son precisamente eso. En los años 80 aparecieron en la prensa occidental interminables artículos, casi histéricos, que hablaban de la próxima dominación de Japón. El tema se murió en los años 90, pero fue remplazado en los años ulteriores a 2000 por una serie de artículos, también casi histéricos, acerca de la posible y venidera dominación de China. ¿Cuál es la realidad?
Hay pocas dudas de que todos los países del Asia oriental han logrado un eno
rme progreso como centros de acumulación de capital, tecnología avanzada y productividad creciente. Es más, las curvas de todos ellos se mueven estables hacia arriba. Lo importante, por supuesto, no son las cifras absolutas, sino las que se relacionan con otros centros importantes de acumulación de capital, en particular Estados Unidos y Europa occidental. Grosso modo, uno puede afirmar que desde por lo menos los años 70 la fuerza económica de Estados Unidos declina en relación a Europa occidental y Asia oriental, y que por el momento Europa occidental y Asia oriental se mantienen a la par entre ellas.Me refiero aquí a una fuerza en todos los ámbitos: producción, comercio y finanzas. El último gran baluarte de Estados Unidos es el hecho de que el dólar se mantenga como la divisa mundial de reserva. Sin embargo, la continua caída del valor del dólar, causada por los inmensos déficits fiscales de Estados Unidos en cuanto a su deuda pública y a las cuentas corrientes (déficit que parecen crecer constante y vertiginosamente) pone en entredicho este baluarte. Como todo el mundo ha notado, la única forma en que Estados Unidos ha podido lidiar con estos dos inmensos déficits es pidiendo prestado. Y los principales prestamistas son China, Japón
y, en menor medida, aunque no insignificante, Corea del Sur. El gran debate en la prensa mundial es si Asia oriental continuará o no comprando bonos del Tesoro estadounidense a la tasa que lo venía haciendo en años recientes. Los tres países han dado señales durante los últimos seis meses de que están considerando una mayor diversificación de sus valores en otras divisas. Por lo general se argumenta (pero no en forma unánime) que si Asia oriental comienza a hacer esto, el dólar caerá aún más, tal vez precipitadamente, lo que ocasionaría una seria depresión no sólo en Estados Unidos sino en el resto del mundo.Me parece claro que el gobierno de George W. Bush no tiene la intención, ni la posibilidad política, de frenar cualquiera de estos dos grandes déficits. Los países de Asia oriental tendrán que escoger, en el futuro cercano, entre dos riesgos. Por un lado, si reducen sus inversiones de valores en dólares frenarán la posibilidad de que Estados Unidos compre sus mercancías, lo cual los pone en riesgo de abatir el empleo y las ganancias. Por otro lado, si continúan invirtiendo en un dólar que cae, estarán perdiendo, con el tiempo, su riqueza nacional. El primero es un peligro de corto plazo y el segundo es un peligro de mediano plazo. Conforme crecen los déficits estadounidenses, el peligro de mediano plazo se pondrá más y más en primer plano. De hecho, esto es lo que está ocurriendo. Considero virtualmente inevitable que Asia oriental se diversifique y que entonces el dólar pierda su posición de única divisa mundial de reserva. Creo que Estados Unidos perderá mucho más que Asia oriental -económica y políticamente- en el gran alboroto resultante, y esta consideración, de hecho, será un acicate para que Asia oriental actúe más pronto que tarde.
¿Qué ocurrirá entonces? Nuestro sistema-mundo, que ya es caótico en grado significativo, lo será mucho más. Una preocupación generalizada es el impacto de este caos sobre el poderío militar y los conflictos de poder. Esto es muy difícil de predecir. Porque Estados Unidos podría moverse en una de dos direcciones muy diferentes, retornar a un aislacionismo basado en la Fortaleza América, o embarcarse en más aventurerismo unilateral. Podría hacer ambas cosas: primero más aventurerismo y luego ser la Fortaleza América. Esto es, por supuesto, extremadamente importante para Asia oriental. Tendrá un impacto inmediato en lo que ocurra en la penín
sula de Corea y en las tensiones entre el gobierno chino y Taiwán. Hará surgir, como asunto de urgencia, si Japón se involucra en un rearme militar importante. Tanto en Corea del sur como en Japón, estará en cuestión si prosiguen o no con el desarrollo de armas nucleares.Asia oriental tendrá que enfrentar una cuestión fundamental: si la región se encamina o no en dirección de algún tipo de integración seria, como ha venido haciendo Europa en los últimos 50 años. Las dificultades son obvias. China y Corea son, ambos, países divididos en busca de reunificación. Y los tres -China, Japón y Corea- albergan querellas históricas importantes, vis-avis, entre ellos. Tales querellas no son insuperables, como nos lo está demostrando la saga de Europa, pero deben asumirse con mucha seriedad y encararse directamente de alguna manera. ¿Ocurrirá esto?
La ventaja de encaminarse hacia una cooperación y una reconciliación asiática oriental es obvia. Los poderíos económico, político y sí, militar, de Asia oriental se volverían formidables en el lapso de 50 años. En la transición que sufre el sistema-mundo, de su estructura histórica actual -una economía-mundo capitalista- a algo diferente, el bloque asiático oriental vendría a jugar un papel central.
El lado negativo es también obvio. Primero, tal esfuerzo provocaría una vigorosa oposición en Estados Unidos y, en menor grado, en Europa occidental. Enfrentaría también la oposición de India. Pero, tal vez lo más importante, abriría un debate en torno al papel relativo de China y Japón en cualquier arreglo que se discutiera, y renuencia de Corea a ser tratada como socio menor sin mucho derecho a voz. Muchos esfuerzos en favor de unificaciones regionales durante el siglo pasado se fueron a pique justamente por tales aspectos.
Lo que es importante entender es que la cuestión de un acuerdo y la integración de Asia oriental habrá de resolverse, en gran medida, dentro del ámbito de competencia d
La Jornada, México, 01/04/05. Traducción, Ramón Vera Herrera. El copyright pertenece a Immanuel Wallerstein. Se permite la distribución por correo electrónico y su colocación en sitios no comerciales de Internet en la medida que se mantenga la integridad del texto y se conserve la nota original respecto al copyright. Para traducir el texto a otros idiomas, publicarlos en papel, utilizarlos de forma comercial, etc., es preciso entrar en contacto con el autor en iwaller@binghamton.edu; fax: 1-607-777-4315.
Suscribirse a:
Comentarios (Atom)


