martes, 18 de marzo de 2008

El Tiempo Del Socialismo

El socialismo es un pensamiento que nace con la industrialización -S XVIII- como resultado de la explotación a que era sometida la nueva clase trabajadora. A los primeros militantes se los caracterizó como utópicos, pues, fundaban su tesis en la creencia de que los hombres son iguales por naturaleza y esencialmente seres solidarios. En algún sentido responden al tiempo en que Rousseau publica el texto que domina todo el siglo XVIII, Discurso sobre el origen y fundamento de la desigualdad de los hombres. Pero fue recién en el curso del S XIX que el esfuerzo por elaborar una teoría histórica que explique la formación del capitalismo se abrió paso el pensamiento científico pudiéndose demostrar el mecanismo de explotación social utilizado en la lucha de clase antagónicas: la plusvalía. De ahí dedujeron que el progreso histórico de la humanidad afinca en la lucha de clases: clase en sí. Aquellos científicos partiendo de sus descubrimientos de la estructura y dinámica capitalista elaboraron una teoría que identificaron como Socialista, pues, sustancialmente ubica a la emancipación de la clase productora que se extendió con la revolución industrial como el objetivo político para lograr la liberación del hombre de la opresión a que era sometido mediante la extracción de la plusvalía por los propietarios de los medios de producción: los capitalistas. Para ello es imperioso alcanzar la conciencia de clase: clase para sí.

Desde la aurora de los Utópicos -Saint Simón, Fourier, Owen- hasta nuestros días el Socialismo ha acumulado una formidable experiencia en el ejercicio del poder cuando lo ha alcanzado. Desde la Comuna de París, las revoluciones Mexicana, Rusa, China, Cubana, Vietnamita, entre otras hasta el reformismo socialdemócrata de los países europeos occidentales o más cerca en Chile de Salvador Allende, Lagos, el PT de Lula en Brasil, el capital de experiencias del Socialismo en torno a las relaciones de poder es formidable. Pero fue la implosión del denominado “socialismo real” de la Unión Soviética en 1985, cuyas causas no se podrían exponer aquí, que significó una derrota política de la clase trabajadora mundial, pues, esa caída fue asimilada a la inviabilidad de la teoría socialista y concomitantemente se exaltó las virtudes del capitalismo de cuño Americano estilo EEUU. La clase dominada se quedó así sin teoría en la década de los ´90 y, por ende, su guardia caída. La nueva relación de poder que se configuró en el mundo abrió paso a la aplicación de las teorías del denominado Consenso de Washington que literalmente puede conceptualizarse como una ofensiva brutal del capital contra el repliegue a posiciones defensivas de los trabajadores, v.gr., apertura de mercados, desregulación de la economía, flexibilización laboral, privatizaciones, conversión del sistema público de jubilaciones en capitalización, etc, ¿recuerda?. Es decir todo el bagaje de eufemismos que se difundió en la sociedad Argentina para llevar adelante la aplicación política del neoliberalismo más descarnado del gobierno de Menem y Domingo Cavallo continuado hasta el agotamiento por el gobierno de De La Rua. Calificado como “capitalismo salvaje” para los países periféricos en contraposición al “capitalismo civilizado” de los países centrales. La crisis del modelo de convertibilidad del tipo de cambio en el 2001 determinó ahora la inviabilidad de la teoría neoliberal, pues, puso en descubierto la incapacidad de esa tesis para resolver los problemas nacionales que dejaron como resultado indeleble el saqueo de los recursos y la renta nacional por parte del capital trasnacional y sus aláteres locales, v.gr. moneda devaluada 30%, capital social desvalorizado, empresas nacionales privatizadas, desigualdad social, indigencia, mortalidad y desnutrición infantil, en suma, pauperización social inédita de la sociedad Argentina.

Nace una Esperanza

Se abre paso ahora en la sociedad una nueva etapa histórica con el blasón de la crisis del 2001 en la memoria colectiva. De ahí que aparece la oportunidad de recuperar la teoría socialista en función de aquellas experiencias de políticas sociales responsables que habían insinuado su eficacia para contener la crisis y su consecuencia: la exclusión social.

El Socialismo desde que gobierna la ciudad de Rosario ha puesto en práctica aquellos principios que se materializaron en el Programa de la Internacional Socialista en Frankfurt en 1951 -Alemania- que obedecen a la culminación histórica reseñada de la cultura y práctica Socialista. La unificación del Partido Socialista argentino en el Congreso del año 2002 impulsó los principios incorporados como conclusión de un Programa de gobierno que erige la equidad y la justicia social como consecuencias insoslayable de la redistribución del ingreso de tal modo que su carácter innegociable para cualquier gobierno socialista deviene de la idea de privilegiar al Hombre como sujeto por sobre cualquier categoría económica.

El arribo al gobierno de la Provincia de Santa Fe del compañero Hermes Binner implica una oportunidad histórica de responsabilidad inestimable para que el Socialismo ponga en práctica su teoría de progreso forjada a partir de su rica tradición cultural como su dilatada experiencia en su conocimiento de los pliegues del Poder.

El programa del Frente Progresista que lidera el Socialismo lleva la impronta del Cambio como el término que simboliza el inmediato devenir histórico de la Provincia.

La participación ciudadana es la clave de bóveda para hacer posible el Cambio que se puede sintetizar por una cultura de la universalización de los derechos del Hombre.

En este contexto la sociedad santafesina no escapa al complejo cuadro que evidencia el espacio nacional. La fragmentación social es la característica más acusada de esta sociedad donde campea una explosiva situación de desigualdad social. Sería ocioso desgranar números aquí pero sólo grosso modo para tener una referencia conceptual el 30% de los 37 millones de habitantes -es decir 3.7 millones- del país se queda con el 62% de la renta nacional, el 70% restante -es decir 34 millones de personas- disfruta solo del 38% de la renta. No nos puede asombrar que en el país exista el 30% de pobres -es decir 10.433.401 habitantes- y 10% de indigentes -3.542.860 personas-. Se desprende de alli una percepción: la conflictividad social permanente. Vivimos en una sociedad dual: mientras el 20% vive en la opulencia la mayoría sobrevive. La cuestión pasa por la antinomia desigualdad-segregación o estabilización-integración social de una sociedad que ha perdido la capacidad de recuperar la movilidad social ascendente como consecuencia de las políticas neoliberales y sus crisis recurrentes -v.gr. 1976, 1982, 1989, 1991, 1998 y 2001-.

El Gobernador Binner abogó en la inauguración del Foro Social, Económico y Político llevado a cabo en Rosario el sábado 23 de febrero a comprometerse con la inclusión social. Inmediatamente Msñor Casaretto se entusiasmó aludiendo que “todos debemos estar preocupados si existe un excluido en nuestra sociedad”. En la misma intervención de apertura del Foro Binner enfatizó que la Educación universal es la noción integradora para superar la exclusión social. El desafío que la corriente de “Cultura” Socialista debe profundizar es la visión de la dialéctica exclusión-inclusión desde el enfoque de la estabilización-integración social. La educación será sin dudas un pilar encomiable en esa construcción. Esta premisa se proyecta en una estrategia de concreción en el mediano plazo, como también expresara el Gobernador. Por ello para empezar a terminar con una sociedad de excluidos y segregados hoy la urgencia es empezar con la distribución del ingreso para acabar con aquella inequidad que existe en nuestra sociedad dual y fragmentada de una minoría que disfruta de la renta nacional y arroja el resultado de la abrumadora mayoría en situación de desigualdad social.



Posteado por Miguel

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