viernes, 27 de junio de 2008

EL CAPITAL EN COMIC 25

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SALVADOR ALLENDE (26/06/1908 - 11/09/1973)


Para matar al hombre de la paz
para golpear su frente limpia de pesadillas
tuvieron que convertirse en pesadilla.
Para vencer al hombre de la paz
tuvieron que afiliarse para siempre a la muerte
matar y matar más para seguir matando
y condenarse a la blindada soledad.
Para matar al hombre que era un pueblo
tuvieron que quedarse sin el pueblo

(Mario Benedetti)



Ultimo Discurso de Allende - Allende

miércoles, 25 de junio de 2008

SOBRE LAS RETENCIONES AGROPECUARIAS

(Fuente: Pagina 12)

Domingo, 22 de Junio de 2008
EL MINISTRO DE HACIENDA DE SANTA FE HABLA DEL INSTRUMENTO DE LA DISCORDIA

"Una herramienta económica con menos atributos de los que se le otorga"

El responsable de la Hacienda pública santafesina cree que las retenciones
"no tienen directamente el carácter redistributivo que se les otorga", aunque destaca que el gobierno nacional al orientar el gasto social "puede, lógicamente, beneficiar a los sectores más desprotegidos" a través de ellas. Cuánto aporta Santa Fe por año en la materia y, por ende, cómo resultó afectada en su economía esta provincia tras los 100 días de conflicto.

http://static.pagina12.com.ar/fotos/rosario/20080622/notas_o/07B.JPG
El ministro Sciara también imagina un posible "subsidio a la demanda".
Por Leo Ricciardino

Cendiendo ya, al menos en intensidad, el largo y paradigmático conflicto del campo con el gobierno; hay otras preocupaciones en torno del mismo tema que comenzarán a aparecer. Mejor dicho. que estuvieron siempre ahí pero que eran invisibles en medio de semejante altisonancia y sinrazón; esas cuyos contornos son apreciables a medida que la vista vuelve a hacer foco, despejadas las miles de coloridas e intensas imágenes de las rutas bloqueadas, los actos en la Plaza y la leche derramada en la banquina. En ese marco e incluso más allá del debate parlamentario habrá que volver sobre las retenciones, que no son más que un instrumento económico al que "se le otorgan muchos más efectos y atributos de los que realmente tiene", dijo a Rosario/12 el ministro de Hacienda de la Provincia Angel Sciara. Aunque él mismo sabe que -aún antes del conflicto- era ya un instrumento "demasiado sacralizado". Pero tiene una explicación que se entiende mejor en una pregunta lanzada por el propio funcionario y economista: "¿Cómo hallar desde el Estado nacional (si alguna hubiese que hacerlo) un tributo que pueda equiparar esa masa de recursos que otorgan las retenciones que debe andar para la Nación en su conjunto en el orden de los 38 mil millones de pesos anuales?". Es más, si uno entiende que la provincia de Santa Fe aporta el 30% de esa masa, no es demasiado complicado establecer cuál ha sido -y seguirá siendo por un tiempo- la provincia más afectada por esta puja de 100 días.

Para empezar por el principio, lo mejor era someter a Sciara a la primer pregunta. Sí, esa misma. ¿Qué son las retenciones en realidad?. Y es para explayarse un rato. "Son un instrumento que tiene -teóricamente y en la práctica también- cuando es aplicado correctamente, tal como se hizo en sus orígenes; una herramienta que evita que los precios internacionales en un proceso de devaluación se vuelquen a los precios domésticos, sobre todo en aquellas economías en las cuales parte importante de los bienes que se exportan forman parte de la canasta familiar. Evidemente, la primera reacción es tratar de mantener esa equiparación de precios a fin de no impactar sobre los salarios reales de los trabajadores". Claro. el ministro santafesino es un economista de larga experiencia. Pero no hace más que abundar en aquello que Néstor Kirchner esgrimió con una lógica inaplicable en la sorprendente conferencia de prensa del hotel porteño: "Argentinos, el pan pasaría a costar 15 pesos el kilo, sin las retenciones". ¿Era así?. Es así.

Angel Sciara recuerda que allá por el 2002 o 2003, cuando las retenciones comienzan a partir de ese golpe inicial légitimo (para contrarrestar la devaluación), a formar parte de la masa de recursos; se hace cada vez más difícil poder encontrar el reemplazo de ese tributo que es -además- de muy fácil recaudación pero que genera una serie de efectos sobre el nivel de actividad productiva y sobre la estructura productiva. Es decir se transforma en un recurso muy gravitante, y yo lo dije en aquel momento: "Las retenciones vinieron para quedarse". Recibí algunas críticas, me decían `cómo decís eso' y la verdad es que yo lo dije desde una reflexión teórica. Hoy, efectivamente, creo más que nunca que las retenciones vinieron para quedarse. Porque si bien cumple el rol de equiparación de los precios, sobre todo con la suba de los precios internacionales, se ha transformado en un recurso que tal como aparece en el discurso de la Presidenta y como se presenta el proyecto se van a transformar en rentas afectadas. Es decir, una renta que se recauda y tiene un destino específico, que en este caso son hospitales, viviendas y caminos rurales. Con lo cual una vez que esto está así establecido esa renta tendrá que tener un período de recaudación que por lo menos premita la realización de todas esas obras, al menos que haya una recaudación por única y exclusiva vez...

-Además, después hay que mantener todos esos hospitales, ¿no?

-Claro, ese es un tema no menor. Es clave en las obras de infraestructura porque aquellas que no se mantienen no cumplen con el objetivo para el cual se realizan. Porque estas obras no tienen sentido en sí mismas, sino que tienen sentido por los servicios que prestan y si no se las mantiene adecuadamente no prestan esos servicios. Y, es claro, mantenerlas no es barato.

En medio de esta áspera discusión que nunca incluyó (sólo marginalmente) el retiro definitivo de las retenciones a las exportaciones; para Sciara hay que ir preparando un escenario de salida a futuro. "Son un instrumento que rápidamente tiene que ser renovado para que no ocurra lo que está ocurriendo: Que se transforme en una recaudación vital para el funcionamiento. Evidentemente, como se tuvo la capacidad de poder aplicarlo también hay que tener la capacidad de tener el escenario en el cual tendrán que ir descomprimiéndose. Porque si bien es cierto que es un mecanismo para que los precios domésticos queden bajos, no es el instrumento más adecuado porque de alguna manera es regresivo. Porque al mantener los alimentos para toda la población, como tributo no repercute lo mismo en el trabajador que en el gran empresario. Es como lo que pasa con el IVA generalizado para todos".

-Ahora, ¿cómo se implementaría entonces para que no tenga un carácter muy recesivo?

-Bueno, en muchos países hay mecanismos que permiten que los alimentos para los sectores de bajos ingresos sean de precios más acomodados. Estados Unidos tiene una estampilla para pobres, o sea hay un subsidio a la demanda. Se podría haber pensado que una de las salidas podría haber sido tratar de establecer un subsidio de esas características. Además también las retenciones generan una estructura de tipo de cambios múltiples...

-¿Cómo funciona eso, qué es?

-Es decir que hay tipos de cambios diferentes para productos y para agro e industria. Entonces esto también es un elemento que hay que estar mirándolo y que en general pasa desapercibido y no se lo ve. Por las diferencias de retenciones, los tipos de cambio efectivo que reciben los productores exportadores y también los exportadores, se transforman en diferenciales y ahí hay una transferencia de ingresos intersectorial. Esta diferencia de ingresos y esta afectación de este recurso fiscal a un gasto social creo que no los hace redistributivos.

-¿De qué se habla cuando se habla de redistribución de ingresos, entonces?

-Por lo menos los economistas, cuando hablamos de redistribución de ingresos nos estamos refiriendo básicamente a dos tipos de redistribuciones: La que ocurre entre el capital y el trabajo, y uno siempre tiene en mente aquella vieja tabla donde en los '50 -en los primeros gobierno de Perón- estábamos en el 50 y 50 de participación en el Producto Bruto Interno y ese era como el paradigma de la redistribución funcional del ingreso. Hoy debemos estar en 30-70. O, la otra redistribución es cómo se apropian del ingreso los distintos estratos. Donde en un cuadro se ve cómo se apropian de la mayoría de los ingresos generados dos de los más altos, y de la menor parte, los dos de más abajo. Y ahí aparece un coeficiente que establece la relación de equidad de los distintos perceptores de ingresos según los distintos rangos.

-En ese marco, lo que dice el gobierno acerca de que aumentó las retenciones para aumentar la redistribución, ¿es correcto?.

-Creo que no es correcto hablar de redistribución de ingresos en ese sentido. Aunque creo que lo que sí hace el gobierno después de alguna demora es establecer el destino de ese excedente por sobre el 35% de retenciones. Ahora, establecer el destino es establecer la orientación del gasto público y eso está bien. Eso forma parte de la política de un gobierno. Ahora si yo oriento el destino eso no lo convierte automáticamente en un problema de redistribución de ingreso. O sea, no hay aumento de los salarios reales que mejoraría la distribución funcional del reparto del PBI tratando de subir la parte que toman los trabajadores ni tampoco hay aumento de los ingresos que perciben los estratos más bajos. Nada garantiza que orientando el gasto público hacia infraestructura de servicios y prestaciones para los sectores más postergados, esto pueda contribuir efectivamente a redistribuir el ingreso.

-O sea, la herramienta más poderosa de la redistribución del ingreso sigue siendo el salario.

-Desde el punto de vista funcional, ninguna duda. El salario en términos reales, o sea medido en términos de la capacidad de compra.

-¿Lo justo sería que todo el grueso de las retenciones sea coparticipable, o sólo este excedente ya afectado como se intenta proponer ahora en el debate parlamentario?

-Esa es una idea que todas las provincias tenemos. Yo lo dejo como una hipótesis, no sé si es el mejor recurso para que sea coparticipable porque en verdad, las retenciones como tal tienen un sentido muy específico que es el de la equiparación de los precios. No debieran tener un sentido fiscalista, hay otros tributos menos distorsivos de lo que pueden establecer las retenciones y que pudiesen favorecer a las provincias. Pero bueno, teniendo a las retenciones como tributo y como recurso fiscal, obviamente sería muy interesante su coparticipación si es que las retenciones vinieron para quedarse.

-¿No son un impuesto entonces las retenciones?

-Es una discusión que no creo que esté agotada. Tampoco la conozco acabadamente desde el punto de vista constitucional y su relación con el Código Aduanero. En esos términos, es un derecho a las exportaciones y eso es lo que se discute hoy si es atribución del gobierno central.

-Cuando usted dice que las retenciones vinieron para quedarse y que son hoy un recurso vital del Estado, ¿no hay algo de peligro en eso, en quedar tan atados a lo que pueden ser incluso los precios internacionales?. A lo mejor no tanto como cuando el país quedó atado a la Convertibilidad, pero sí con una dependencia importante...

-Sí, yo no quise mencionar la Convertibilidad pero en mi cabeza estaba ese mismo pensamiento. Cuando vino la Convertibilidad creíamos haber encontrado la panacea y que ese iba a ser el destino final. Yo recuerdo una conversación en el 91 con un destacado economista argentino, un reconocido teórico, y él me decía que la Convertibilidad iba a durar seis meses, y duró 10 años. Ahí sabíamos que había que salir rápido. Entonces, lo que yo ahora digo es que también hay que tener pensado el escenario de salida de las retenciones por si en algún momento hace falta. Creo que se le da a las retenciones mucho más efectos y atributos de los que el instrumento tiene. Ahora están sacralizadas porque sería muy difícil a esta altura encontrar un régimen tributario que lo reemplace en la magnitud que se lo está haciendo. Nosotros estábamos calculando que para Santa Fe, las estimaciones del 2008 nos están dando que la provincia estará generando un excedente en términos de retenciones del orden de los 10 mil millones de pesos que serán girados a la Nación. En el 2007 fueron más de 7 mil millones de pesos. Entonces, ¿cómo reemplazar desde el Estado nacional un tributo que pueda equiparar esa masa de recursos que debe andar para la Nación en su conjunto en el orden de los 38 mil millones de pesos anuales?.

-¿Tienen calculado ya el impacto económico que tuvo para la provincia este conflicto de 100 días?

-Tenemos organismos no oficiales que están trabajando en ese sentido pero que vienen con cierto rezago, yo espero que en los próximos días tengamos las informaciones que emergen de un índice de actividad económica. En términos fiscales, en el mes de mayo todavía no encontramos el efecto pero también es difícil saber cuánto se debe a la mejora de la administración tributaria o cuánto es el rezago en la manifestación de los fenómenos económicos. Pero por los indicios que estamos teniendo en los distintos pueblos por el corte en la cadena de pagos, la siembra del trigo, la baja en la compra de fertilizantes, la anulación de contratos por maquinaria agrícola y otros datos, evidentemente pensamos que en junio y julio podríamos ya tener manifestaciones en los recursos propios en la provincia de Santa Fe. Lo que más nos preocupa es la recaudación nacional porque el 60% de nuestros recursos vienen de la Nación y sólo el 40% son los que manejamos nosotros con recaudación provincial. Si a la Nación le va mal en términos recaudatorios el impacto en Santa Fe es muy grande. Por eso la necesidad de generar en esta provincia un sistema tributario que sea menos vulnerable a las variables nacionales.

-A propósito, ¿se está pensando en la provincia en una reforma tributaria que modifique -por ejemplo- los montos irrisorios del Inmobiliario Rural?

-Sí y ya hemos empezado a estudiarlo. Hemos creado una Comisión de Coordinación Fiscal que es inétida en el país, es una especie de reproducción a nivel provincial de una Comisión Federal de Impuesto y mezcla de Cámara Arbitral; donde van a participar los miembros del Ejecutivo y de las comunas y municipios de las provincias para tratar de generar un espacio donde podamos discutir, acordar y modificar el sistema de tributario y la coparticipación en la provincia de Santa Fe. En este ámbito vamos a plantear muy pronto el tema de la coparticipación a nivel provincial y también llevaremos propuestas a medida que las vayamos diseñando para tener en un futuro un mejor sistema tributario provincial.

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miércoles, 18 de junio de 2008

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lunes, 16 de junio de 2008

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viernes, 13 de junio de 2008

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jueves, 12 de junio de 2008

SOBRE LA TEORIA DEL VALOR - ULTIMA PARTE

¿Nueva economía, nueva onda larga?

¿Hemos entrado en una nueva fase de crecimiento duradero? Podemos reunir los elementos de respuesta ya propuestos, enunciando de manera sintética los ingredientes de una fase expansiva: un nivel bastante elevado de la tasa de ganancia y la reactivación de la acumulación como condiciones inmediatas; un entorno relativamente estable, sobre todo desde el punto de vista de la estructuración de la economía mundial, asegurando las condiciones de mantenimiento de la tasa de ganancia a este nivel elevado. Este primer conjunto de condiciones define un esquema de reproducción que establece quien compra lo que se produce. Hay que agregar aquí exigencias de legitimidad social que define un "orden productivo" y garantiza la reproducción general del modelo.

Desde la contrarrevolución neoliberal, los debates oscilan entre dos concepciones. Algunos insisten sobre la coherencia de este proyecto, otros sobre sus imperfecciones y sobre todo, la inestabilidad financiera. Periódicamente, se anuncia el emplazamiento de un nuevo modelo. La tasa de ganancia ha vuelto encontrar su nivel anterior a la crisis. Las nuevas tecnologías está allí. ¿No hemos entrado en un nuevo orden productivo?

La especificidad absolutamente inédita de la fase actual es, precisamente, que el restablecimiento de la tasa de ganancia no permitió "mejorar" ninguna de las otras curvas del capitalismo. La tasa de acumulación, la tasa de crecimiento del PIB y la de la productividad del trabajo están todas a la baja, mientras que la tasa de ganancia trepa. Por cierto, la fase más reciente de la "nueva economía" ha satisfecho en parte la desviación en Estados Unidos, donde se ha podido constatar una recuperación de las tres curvas: acumulación, crecimiento y productividad. Pero, como hemos visto, es un restablecimiento muy limitado en el tiempo y aún más en el espacio. En resumen, a pesar del restablecimiento de la tasa de ganancia, el capitalismo mundial no ha entrado en una nueva fase expansiva. Le faltan esencialmente tres atributos: un orden económico mundial, terrenos de acumulación rentables suficientemente extendidos y un modo de legitimación social. La fase actual es particularmente estirada, por no equilibrar un orden productivo coherente y una estructuración estable de la economía mundial. El anticapitalismo puede renacer entonces, sobre la base de la falta de legitimidad del modelo.

La grilla teórica propuesta aquí puede ser situada en relación a otros enfoques. No se opone como tal al enfoque regulacionista inicial y presenta muchos puntos comunes en cuanto a las preguntas formuladas y a su principio general: para funcionar bien, el capitalismo necesita un conjunto de elementos constitutivos de lo que se puede llamar un modo de regulación, un orden productivo o un período histórico. Lo importante es combinar la historicidad y la posibilidad de esquemas de reproducción relativamente estables. Pero hay que separarse de los trabajos regulacionistas de la "segunda generación" ubicados bajo el signo de la armonía espontánea, y preocupados ante todo por dibujar los contornos de un nuevo contrato social, como si esta fuera la lógica natural de funcionamiento del capitalismo, y como si este dispusiera permanentemente de un stock de modos de regulación, donde sería suficiente alentarlo a elegir el bueno .

Ya hemos señalado que este enfoque se distingue también de una interpretación marxista demasiado monocausal, que hace de la tasa de ganancia instantánea el alfa y el omega de la dinámica del capital. Pero sobre todo, es necesario hacer un hechizo a los enfoques que dan un lugar desproporcionado a la tecnología. En la teoría de las ondas largas, existe un lazo orgánico entre la sucesión de ondas largas y la de las revoluciones científicas y técnicas, sin que esta relación pueda vincularse con una visión neo schumpeteriana en donde la innovación sería en sí la clave de la apertura de una nueva onda larga. Desde este punto de vista, las mutaciones ligadas a la informática, constituyen sin duda un nuevo "paradigma técnico - económico" - para retomar la terminología de Freeman y Louça en su destacada obra - pero esto no basta para fundar una nueva fase expansiva. Es tanto más urgente tomar distancia con un cierto cientismo marxista cuanto que los abogados del capitalismo lo toman por su cuenta, fingiendo creer que la revolución tecnológica en curso basta para definir un modelo social coherente.

La teoría de las ondas largas desemboca, entonces, en una crítica radical del capitalismo. Si este tiene tanta dificultad para sentar las bases de un orden productivo relativamente estable y socialmente atractivo, es que está confrontado a una verdadera crisis sistémica. Su prosperidad se basa a partir de ahora en la negación de gran parte de las necesidades sociales. Llegado este estado, las presiones que se pueden ejercer sobre él para hacerlo funcionar de otra manera, para regularlo, deben ser tan fuertes, que se distinguen cada vez menos de un proyecto global de transformación social.

Frente a este capitalismo que se asemeja cada vez más a su concepto, la aspiración a un poco de regulación es legítima. Pero hay que cuidarse de un doble error de apreciación. Primero, no hay que confundir la necesidad de re - regulación con la ilusión de la regulación, que consiste en pensar que este sistema es racional y por lo tanto, se dejará convencer por un argumento bien construido. Una variante de esta ilusión sería fijarse la imposible tarea de separar el buen grano de la cizaña y procurar una nueva razón de ser al capitalismo, desembarazándolo de las influencias de las finanzas. Luego, hay que admitir que la crítica del capitalismo actual no puede hacerse en nombre del "fordismo" mistificado, al que habría que regresar. Por supuesto, no está prohibido apoyarse en las adquisiciones sociales y en la legitimidad de la que gozan, pero esto es totalmente insuficiente.

La superación de estos dos obstáculos diseña una estratagia cuyas intenciones son bastante claras: la resistencia a la mercantilización capitalista conduce poco a poco a la construcción de una nueva legitimidad, fundada en valores de igualdad, de solidaridad y de gratuidad, que cuestionan el corazón de la lógica capitalista. Porque se niega a responder positivamente a estas demandas elementales y vuelve sobre los derechos adquiridos, el radicalismo del capital engendra así una nueva radicalidad de los proyectos de transformación social.

EL CAPITAL EN COMIC 21

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miércoles, 11 de junio de 2008

SOBRE LA TEORIA DEL VALOR 8º PARTE

La reproducción difícil

Para funcionar de manera relativamente armónica, el capitalismo necesita una tasa de ganancia suficiente, pero también, mercados. Pero esto no basta, y se debe satisfacer una condición suplementaria, que se refiere a la forma de estos mercados: deben corresponder a los sectores susceptibles, gracias a las ganancias de productividad inducidas, de hacer compatible un crecimiento sostenido con una tasa de ganancia mantenida. Ahora bien, esta adecuación está cuestionada constantemente por la evolución de las necesidades sociales.

En la medida en que el bloqueo salarial se ha impuesto como medio privilegiado de restablecimiento de la ganancia en Europa, el crecimiento posible era obligado a priori. Pero esta no es la única razón, que más bien hay que buscar en los límites de tamaño y de dinamismo de estos nuevos mercados. La multiplicación de los bienes innovadores no ha bastado para constituir un nuevo mercado de un tamaño tan considerable como la filial automotriz, que arrastra no solamente a la industria automotriz, sino al mantenimiento y a las infraestructuras de rutas y urbanas. La extensión relativamente limitada de los mercados potenciales tampoco pudo compensarse por el crecimiento de la demanda. Desde este punto de vista, faltaba un importante elemento de cierre de circuito que debía llevar a las ganancias de productividad a progresiones rápidas de la demanda en función de las bajas de precios relativos inducidas por las ganancias de productividad.

Luego se asiste a una deriva de la demanda social, de los bienes manufacturados hacia los servicios, que corresponde mal a las exigencias de la acumulación del capital. El desplazamiento se hace hacia zonas de producción (de bienes o de servicios) con débil potencial de productividad. En los corredores del aparato productivo también, los gastos de servicios ven aumentar su proporción. Esta modificación estructural de la demanda social es, para nosotros, una de las causas esenciales de la disminución de la productividad que viene a enrarecer las oportunidades de inversiones rentables. No es, ante todo, porque la acumulación ha disminuido que la productividad se ha desacelerado. Por el contrario, es porque la productividad - como indicador de ganancias anticipadas - ha disminuido, que la acumulación se desaceleró a su vez, y que el crecimiento está frenado, con efectos en retroceso suplementarios sobre la productividad. Otro elemento a tomar en cuenta es también la formación de una economía realmente mundializada que, confrontando las necesidades sociales elementales del sur con las normas de competitividad del norte, tiende a despojar a los productores (y por lo tanto a las necesidades) del sur.

En estas condiciones, la distribución de la renta no basta, si esta se gasta en los sectores en que la productividad - inferior o creciente más lentamente - viene a pesar sobre las condiciones generales de rentabilidad. Como la transferencia no es frenada o compensada en razón de una relativa saturación de la demanda adecuada, el salario deja de ser, en parte, un mercado adecuado a la estructura de la oferta y entonces, debe ser bloqueado. La desigualdad del reparto en beneficio de las capas sociales acomodadas (también a nivel mundial) representa entonces, hasta cierto punto, una salida a la cuestión de la realización de la ganancia.

El estancamiento del capitalismo en una fase depresiva resulta entonces de una diferencia creciente entre la transformación de las necesidades sociales y el modo capitalista de reconocimiento, y de satisfacción, de esas necesidades. Pero esto quiere decir, sin duda también, que el perfil particular de la fase actual moviliza, quizás por primera vez en su historia, los elementos de una crisis sistémica del capitalismo. Incluso se puede adelantar la hipótesis que el capitalismo ha agotado su carácter progresista en el sentido que su reproducción pasa desde ahora por una involución social generalizada. En todo caso, se debe constatar que sus capacidades actuales de ajuste se restringen, en sus principales dimensiones, tecnológica, social y geográfica.

Nuestra interpretación de la "paradoja de Solow" sugiere que existe un progreso técnico autónomo latente salido de importantes ganancias de productividad virtuales. Pero la movilización de estas potencialidades se choca con un triple límite:

la insuficiencia de la acumulación representa un freno a la difusión de los nuevos equipamientos y al rejuvenecimiento del stock de capital;
la imbricación creciente entre la industria y los servicios en el centro mismo del aparato productivo contribuye a tirar hacia abajo los resultados globales de la productividad;
el insuficiente dinamismo de la demanda refuerza el efecto precedente y le agrega un factor específico de inadecuación entre mercados y oferta productiva, a la vez por baja de elasticidad de la demanda a los precios de los nuevos productos, y por desplazamiento de la demanda social hacia servicios de menor productividad.

Si la tecnología ya no permite modelar la satisfacción de las necesidades sociales en la especie de mercancías de fuerte productividad, esto quiere decir que la adecuación a las necesidades sociales está cada vez más amenazada y que las desigualdades crecientes en el reparto de la renta se convierten en la condición de realización de la ganancia. Por eso, en su dimensión social, el capitalismo es incapaz de proponer un "compromiso institucionalizado" aceptable, dicho de otro modo, un reparto equitativo de los frutos del crecimiento. Reivindica, de una manera completamente contradictoria con el discurso elaborado durante "la Edad de Oro" de los años de expansión, la necesidad de la regresión social para sostener el dinamismo de la acumulación. Parece incapaz, sin modificación profunda de las relaciones de fuerza, de reponerse a sí mismo para un reparto más equilibrado de la riqueza.

Finalmente, del punto de vista geográfico, el capitalismo ha perdido su vocación de extensión en profundidad. La apertura de vastos mercados potenciales después de la caída del Muro de Berlín no ha constituido el nuevo El Dorado imaginado, y por lo tanto tampoco el "shock exógeno" salvador. La estructuración de la economía mundial tiende a reforzar los mecanismos de despojo, obligando a los países del sur a un imposible alineamiento según normas de hiper competitividad. Cada vez más, la figura armoniosa de la Tríada es reemplazada por relaciones conflictivas entre los tres polos dominantes. El reciente dinamismo de Estados Unidos no sienta las bases de un régimen de crecimiento que podría reforzarse enseguida al extenderse al resto del mundo. Sus contrapartidas aparecen cada vez más evidentes en las formas de ahogo del crecimiento en Europa y aún más en Japón. Por eso, el período abierto por la última inversión coyuntural está ubicado bajo el signo de un ascenso de tensiones entre los polos dominantes de la economía mundial y una creciente inestabilidad de esta última.

En resumen, las posibilidades de remodelación de estas tres dimensiones (tecnológica, social, geográfica) susceptibles de proveer el marco institucional de una nueva fase expansiva parecen limitadas y esta onda larga verdaderamente está llamada a estirarse en un débil crecimiento. Parafraseando una famosa fórmula, el fordismo ha representado sin duda "el estadío superior del capitalismo", lo que mejor tenía para ofrecer. El hecho de que retire ostensiblemente esta oferta destaca por su parte la reivindicación de un verdadero derecho a la regresión social.

lunes, 9 de junio de 2008

el capital en comic 20

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jueves, 5 de junio de 2008

SOBRE LA TEORIA DEL VALOR 7º PARTE

No hay soluciones tecnológicas a las contradicciones del capitalismo

La productividad del trabajo mide el volumen de bienes y servicios producido por hora de trabajo y constituye entonces una buena aproximación del grado de desarrollo de las fuerzas productivas; ella juega un rol decisivo en la dinámica del capitalismo. Por cierto, el análisis marxista clásico descompone la tasa de ganancia en dos elementos: la tasa de explotación y la composición orgánica del capital; pero estas dos magnitudes dependen a su vez de la productividad del trabajo. La tasa de explotación depende de la evolución del salario, y la eficacia del capital de la del capital por cabeza, relacionada en uno y otro caso con la productividad del trabajo. De manera sintética, se puede decir que la tasa de ganancia va a aumentar o a bajar según que el aumento del salario real se compense o no por el mejoramiento de la "productividad global de los factores", definida como un promedio ponderado de la productividad del trabajo y la productividad del capital.

Paradójicamente, es entre los partidarios de la "nueva economía" que se asiste al resurgimiento de un marxismo vulgar, por el cual la técnica decide todo. Ya que hay nuevas tecnologías, entonces debe haber allí más productividad, más crecimiento y más empleos. Es sobre este razonamiento simplista que se ha construido la teoría del "capitalismo patrimonial", adelantada por Michel Aglietta . Su hipótesis fundamental era que la "economía neta" iba a procurar al capitalismo una fuente renovada de productividad, permitiendo estabilizar la tasa de ganancia a un nivel elevado mientras distribuye una parte del producto, ya no bajo forma de salario sino de remuneraciones financieras. Es entonces en la más bella tradición de un marxista de la III Internacional que las nuevas tecnologías son invocadas como la fuente automática de nuevas ganancias, e incluso de un nuevo modelo social.

Evidentemente, nadie pensaría en negar la amplitud intrínseca de las innovaciones en el terreno de la información y de la comunicación, pero son los otros eslabones del razonamiento los que causan problemas. Un premio Nobel, Robert Solow, incluso dio su nombre a una paradoja que consistía justamente en observar que la informatización no daba lugar a las ganancias de productividad esperadas. Aparentemente, el reciente ciclo de crecimiento de Estados Unidos puso fin a esta paradoja, ya que se ha registrado un salto en las ganancias de productividad. Esto sería la base sobre la cual podría iniciarse una nueva fase de crecimiento larga. Pero este pronóstico se choca con tres incertidumbres. La primera se refiere a la durabilidad del fenómeno en el mismo Estados Unidos: ¿se trata de un ciclo high tech, limitado en el tiempo? ¿La difusión de ganancias de productividad puede ganar el conjunto de los sectores? La segunda duda, aún más fuerte, concierne a la extensión posible de este modelo al resto del mundo, en la medida en que él se basa en la capacidad particular de Estados Unidos para drenar los capitales provenientes del mundo, en contrapartida de un déficit comercial que se hunde año tras año. Finalmente, y sobre todo, uno debe preguntarse sobre la legitimidad del modelo social, desigual y regresivo, asociado a estas transformaciones del capitalismo.

Estos interrogantes pueden ser esclarecidos por otra constatación: la inversión de la "nueva economía" proviene, muy clásicamente, de una baja de la tasa de ganancia. Por eso un economista que, sin embargo, tiene muy poco que ver con el marxismo pudo afirmar: "Marx is back" . El aumento de productividad fue pagado caro con una sobreinversión finalmente costosa, que ha conducido a un aumento de la composición orgánica del capital, mientras que la tasa de explotación termina por bajar.

Ganancias de productividad e intensificación del trabajo

Es otra manera de cuestionar el lazo entre innovaciones tecnológicas y ganancias de productividad, mostrando que estas últimas resultan de métodos muy clásicos de intensificación del trabajo. Las transformaciones inducidas por Internet, para tomar un ejemplo, no tienen más que un rol accesorio en la génesis de las ganancias de productividad. El encargo en línea hace ganar al menos una jornada con relación al llenado de un formulario o a la consulta de un catálogo, para una reactividad que es, raramente, superior. Lo que ocurre enseguida depende esencialmente de la cadena de ensamblaje y de la capacidad de poner en marcha una fabricación modular, y la viabilidad del conjunto se basa, al fin de cuentas, en la calidad de los circuitos físicos de abastecimiento. A partir del momento en que no son transmisibles por Internet, las mercancías encargadas deben circular en sentido inverso. Lo esencial de las ganancias de productividad no se deriva, entonces, del recurso a la Internet como tal, sino de la capacidad de hacer trabajar a los asalariados con horarios ultra flexibles (sobre la jornada, sobre la semana o sobre el año, en función del tipo de producto) y de intensificar y fluidificar las redes de abastecimiento, con una prima a las entregas individuales y al transporte terrestre.

Muchos de los análisis del capitalismo contemporáneo adoptan así una representación ideológica de la técnica, que obstaculiza constantemente un estudio razonado de lo que es verdaderamente nuevo. Esta ideología es tanto más poderosa cuanto que toma apoyo en la fascinación ejercida por tecnologías efectivamente prodigiosas. Pero, de golpe, sesga todas las interpretaciones en el sentido de una subestimación sistemática del rol del proceso de trabajo. Que sea deliberada o no, el resultado es alcanzado cuando las apuestas sociales de nuevas tecnologías son arrojadas entre bastidores, a las filas de las viejas cuestiones sin interés. Se fabrica así una representación del mundo, en que los trabajadores de lo virtual se convierten en el arquetipo del asalariado del siglo XXI, mientras que la puesta en marcha por el capital de estas nuevas tecnologías fabrica al menos tantos empleos poco calificados como puestos de informáticos. A pesar de todos los discursos grandilocuentes sobre los stock options y la asociación de estos nuevos héroes del trabajo intelectual a la propiedad del capital, las relaciones de clase fundamentales son siempre relaciones de dominación. La desvalorización permanente del status de las profesiones intelectuales, la descalificación ininterrumpida de las profesiones del conocimiento, tienden a reproducir el status de proletario, y, así, se oponen totalmente a inocentes esquemas de ascenso universal de las calificaciones y de emergencia de un nuevo tipo de trabajador.

Por cierto, se puede confiar en los nuevos empresarios para reducir al mínimo sus gastos y para buscar imponer sus extravagantes reivindicaciones en materia de organización del trabajo. Sin embargo, debería ser evidente que muchos proyectos no podían acceder a la rentabilidad. Es que se han demostrado las múltiples quiebras de los prometedores start - ups. Son argumentos muy clásicos de rentabilidad los que han alcanzado a la "nueva economía" y decidido la viabilidad de estas empresas. El recurso a nuevas tecnologías no era una garantía en sí, ni un medio mágico de escapar a las obligaciones de la ley del valor.

martes, 3 de junio de 2008

EL CAPITAL EN COMIC 19

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