viernes, 30 de mayo de 2008

SOBRE LA TEORIA DEL VALOR 6º PARTE

La teoría de las ondas largas

Pero el capitalismo tiene una historia, que no hace más que repetir este funcionamiento cíclico y que conduce a la sucesión de períodos históricos, marcados por características específicas. La teoría de las ondas largas, desarrollada por Ernest Mandel conduce a un punto de referencia resumido en el siguiente cuadro:

Cuadro 1 - Sucesión de las ondas largas

Fase expansiva Fase recesiva 1ª. Onda larga 1789 - 1816 1816 - 1847 2ª. Onda larga 1848 - 1873 1873 - 1896 3ª. Onda larga 1896 - 1919 1919 - 1920/45 4ª. Onda larga 1940/45 - 1967/73 1968/73 - ¿? "Los Treinta Gloriosos" "La crisis"

En un ritmo mucho más largo, el capitalismo conoce así una alternancia de fases expansivas y de fases recesivas. Esta presentación sintética necesita algunas precisiones. La primera es que no basta esperar 25 o 30 años. Si Mandel habla de onda más bien que de ciclo, es porque su enfoque no se sitúa en un esquema generalmente atribuido a Kondratieff - probablemente sin razón -, de movimientos regulares y alternados de los precios y de la producción . Uno de los puntos importantes de la teoría de las ondas largas es romper la simetría de las inversiones: el pasaje de la fase expansiva a la fase depresiva es "endógeno", en el sentido en que resulta del juego de los mecanismos internos del sistema. El pasaje de la fase depresiva a la fase expansiva es, por el contrario, exógeno, no-automático, y supone una reconfiguración del entorno social e institucional. La idea clave es que el pasaje a la fase expansiva no está dado de antemano, y que es necesario reconstruir un nuevo "orden productivo". Esto toma el tiempo que haga falta, y entonces, no se trata de un ciclo semejante al ciclo coyuntural, cuya duración puede ser conectada con la duración de vida del capital fijo. Por eso este enfoque no le confiere ninguna primacía a las innovaciones tecnológicas: en la definición de este nuevo orden productivo, las transformaciones sociales (relación de fuerzas capital - trabajo, grado de socialización, condiciones de trabajo, etc.) juegan un rol esencial.

El desarrollo de las ondas largas tiene algo que ver con la tasa de ganancia. Pero esto no quiere decir que la fase expansiva se desencadena automáticamente a partir que la tasa de ganancia franquea cierto límite. Esta es una condición necesaria pero no suficiente. Es necesario que la manera en que se restablezca la tasa de ganancia aporte una respuesta adecuada a otras cuestiones que se refieren sobre todo a la realización. Por eso, la sucesión de las fases no está para nada dada de antemano. Periódicamente, el capitalismo debe redefinir así las modalidades de su funcionamiento, y poner en práctica un "orden productivo" que responda de manera coherente a un cierto número de cuestiones en cuanto a la acumulación y a la reproducción. Es necesario combinar especialmente cuatro elementos :

un modo de acumulación del capital que regla las modalidades de la competencia entre capitales y la relación capital - trabajo;
un tipo de fuerzas productivas materiales;
un modo de regulación social: derecho de trabajo, protección social, etc.;
el tipo de división internacional del trabajo.

La tasa de ganancia es un buen indicador sintético de la doble temporalidad del capitalismo. A corto plazo, fluctúa con el ciclo coyuntural, mientras que sus movimientos de largo plazo resumen las grandes fases del capitalismo. La puesta en marcha de un orden productivo coherente, se expresa en su mantenimiento a un nivel elevado y más o menos "garantizado". Al cabo de cierto tiempo, el juego de las contradicciones fundamentales del sistema degrada esta situación, y la crisis se marca, siempre y en todas partes, con una baja significativa de la tasa de ganancia. La crisis refleja una doble incapacidad del capitalismo para reproducir el grado de explotación de los trabajadores y para asegurar la realización de las mercancías. La progresiva puesta en marcha de un nuevo orden productivo se expresa con el restablecimiento más o menos rápido de la tasa de ganancia. Es de esta manera que nos parece útil reformular la ley de la baja tendencial de la tasa de ganancia: esta última no baja de manera continua, sino que los mecanismos que empujan a la baja terminan por triunfar siempre sobre lo que Marx llamaba las contratendencias. La exigencia de una reforma del orden productivo reaparece entonces periódicamente.

El enfoque marxista de la dinámica larga del capital podría ser resumido, al fin de cuentas, de la siguiente manera: la crisis es segura, pero la catástrofe no. La crisis es segura, en el sentido en que todos los arreglos que el capitalismo se inventa, o se le imponen, no pueden suprimir por mucho tiempo el carácter desequilibrado y contradictorio de su funcionamiento. Solamente el pasaje a otra lógica podría desembocar en una regulación estable. Pero estos cuestionamientos periódicos que acompasan su historia no implican para nada que el capitalismo se dirija inexorablemente hacia su hundimiento final. Frente a cada una de estas "grandes crisis", la opción está abierta: o el capitalismo es derrocado, o reaparece con formas que pueden ser más o menos violentas (guerra, fascismo), y más o menos regresivas (giro neoliberal). Es en este marco que se debe examinar la trayectoria del capitalismo contemporáneo.

AGUSTIN TOSCO Y EL CORDOBAZO

Recordamos una de las ultimas gestas del movimiento obrero argentino de neto caracter clasista narrada desde la carcel por uno de sus fundamentales gestores , Agustin Tosco, ej emplo de dirigente gremial consustanciado en accion y palabra con la clase trabajadora , y a quien LA HOJA VOLADORA aprovecha tambien para rendir homenaje.


13 de Julio de 1969

ELECTRUM Nº 226

RESEÑA DEL CORDOBAZO

La instauración del Estado de Sitio; la intervención a sindicatos; la prisión a disposición del Poder Ejecutivo de

cientos y cientos de personas; el injusto castigo de ira disciplinaria, disponiendo la cesantía de numerosos trabajadores, constituyeron una realidad insospechada para nosotros y para el pueblo.

Sin embargo el régimen que se arrogó, sin ningún tipo de mandato, la representación popular; el régimen que usurpó el poder, en lugar de resolver siquiera, los más mínimos problemas del país, instrumentó una política reaccionaria al servicio de los intereses oligárquicos y antinacionales y en contra de todo lo que los argentinos quieren.

Nosotros hemos visto y vivido lo que sucedió en Córdoba. Hemos visto a miles y miles de hombres, mujeres y jóvenes que, sin temer salieron a la calle a gritar su vibrante protesta. Hemos visto verdaderas mareas humanas que reclamaban justicia, libertad y democracia, los hemos visto actuar con valor, decisión y firmeza incomparables... ¿Qué exigía ese Pueblo en lucha?. Exigía respeto a su soberana voluntad; exigía la normalización institucional, para que el Gobierno fuera elegido por decisión de la mayoría de la población, sin persecuciones para con las ideas y doctrinas de ningún argentino. Exigía que se aumentaran los salarios en un 40 %, que era lo que había crecido el costo de la vida. Exigía el respeto al derecho de asociación, reunión y libre expresión. Exigía la defensa del patrimonio nacional, absorbido, cada vez más, por los monopolios extranjeros. Exigía la creación de nuevas fuentes de trabajo, para eliminar la desocupación que trae miseria y desesperación a los hogares. Exigía la reincorporación de los cesantes y el levantamiento de las sanciones por haber hecho uso del derecho constitucional de huelga. Exigía la anulación de la política de racionalización en las empresas del Estado y del desconocimiento de derechos contractuales de las empresas privadas. Exigía una Universidad abierta a las posibilidades de los hijos de los trabajadores y consustanciada con los intereses del país. Exigía la eliminación de las quitas zonales, que reducen las remuneraciones de los obreros por el sólo hecho de vivir en el interior del país. Exigía la restitución del sábado inglés, que disminuyó los salarios en más del 9 % y aumentó la jornada laboral.. Todas estas cosas y muchas más, exigía el pueblo, cansado de peticionar ante los sordos oídos del Gobierno. Cansado de que se prohibieran y disolvieran violentamente sus actos y manifestaciones. Cansado de ser atropellado y escarnecido. Ya el 16 de mayo en Córdoba se cumplió un extraordinario paro general de 24 horas. El 29 y 30 de Mayo se cumplirían otro paro general de 37 horas, con actos públicos, en demanda de soluciones.

Antes de la media hora de marcha, desde las fábricas a la ciudad, las fuerzas represivas ya habían asesinado a un compañero de Mecánicos, y comenzaron a atacar a los trabajadores y estudiantes con saña digna de invasores bárbaros.

Toda la responsabilidad de lo ocurrido cae, inexorablemente, sobre las fuerzas de represión y los Gobiernos Provincial y Nacional, que lo ordenaron. De nada puede culparse al pueblo que salió a defender sus derechos y los defendió con sus tres armas fundamentales: la razón, la verdad y la justicia.

Una de las consecuencias de la represión de la Dictadura, son los trece prisioneros de Rawson; los 11 de Neuquen y los 7 de Córdoba. Todos juzgados y condenados por Consejos de Guerra, en forma injusta y arbitraria, sin una posibilidad adecuada de defensa.

Si bien estamos muy lejos de Córdoba, no podemos sentirnos menos que orgullosos de todos los compañeros de Trelew y Rawson. La inmediata constitución de una Comisión de Solidaridad que visitó la cárcel, en misión fraternal, e hizo llegar importantes provisiones a nuestros presos y que trabaja infatigablemente para solucionar todos los problemas que padecen y que los visita todos los días Domingos, ha demostrado que la unidad, el compañerismo y la solidaridad son virtudes imprescindibles de la clase trabajadora. Por más que existan dirigentes claudicantes, conciliadores y participacionistas.

Cárcel de Rawson

13/julio/1969

jueves, 29 de mayo de 2008

EL CAPITAL EN COMIC 18

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miércoles, 28 de mayo de 2008

LA TRANSFORMACION PROGRESISTA


DISCURSO DEL GOBERNADOR HERMES BINNER EN LA LEGISLATURA

El 1° de Mayo el Gobernador Hermes Binner inauguró el período de sesiones legislativas ordinarias del año en curso elevando a la Honorable Asamblea Legislativa el mensaje que impone la práctica de rigor institucional. La Hoja Voladora se complace en poner a disposición de sus fieles lectores una síntesis extraída de esta notable pieza que traduce una concepción antropológica que se encarna en un compromiso político de incuestionable sesgo progresista donde se vislumbra un proyecto de Sociedad previsible a partir de un sincero reconocimiento de la historia y la realidad como soportes seguros para pensar en el futuro.

En efecto, así lo trasmite el Sr. Gobernador en los siguientes pasajes: “… La calidad de una sociedad y de su organización estatal se relaciona directamente con la capacidad de proporcionar a sus habitantes los atributos mínimos de la ciudadanía, garantizando un piso irrevocable de derechos para todos y cada uno.

El objetivo que definimos entonces y hoy guía nuestra acción de gobierno pone el acento en alcanzar un mayor bienestar para Santa Fe. Construir desde el gobierno las condiciones para un desarrollo sustentable de nuestra sociedad. Y cuando decimos ´desarrollo´ estamos pensando en una sociedad equilibrada, donde el crecimiento económico facilite el desarrollo social y cultural propio de una sociedad inclusiva.

Santa Fe es hoy una provincia dual: comparte territorialmente una riqueza manifiesta con una pobreza estructural, y la experiencia enseña que el mercado librado a su suerte no habrá de corregir esta tendencia. El sostenido crecimiento económico de Argentina y de nuestra provincia en particular en el último quinquenio es una buena muestra de la insuficiencia del mercado para cambiar esta situación permitiendo un desarrollo sustentable.

(…) El desafío que tenemos es salir de la discusión Estado versus mercado, círculo vicioso en el que hemos quedado atrapados como consecuencia de las políticas neoliberales de los noventa. Y la forma de salir de ese círculo vicioso es construyendo un círculo virtuoso a partir de la ecuación Estado-Mercado-Sociedad.

(…) Nosotros pretendemos construir un Estado ágil y moderno, como garantía de satisfacción de los intereses de la sociedad en su conjunto.

Nuestro objetivo es construir un Estado eficiente y a la vez amable, capaz de impulsar con rapidez las políticas públicas, pero también de construir un trato cordial con los ciudadanos. (…) Estamos convencidos de que la descentralización estatal permitirá responder positivamente a la actual crisis de la democracia representativa, avanzando en la construcción de una democracia participativa, con mayor calidad institucional.

(…)

Esta construcción requiere de la reforma y adecuación de las instituciones. La más importante de ellas es la Carta Magna provincial. La Constitución que hoy tenemos en Santa Fe, y que fuera sancionada en el año 1962, debe ser reformada para interpretar los tiempos actuales y para promover los tiempos futuros. Por supuesto que esta reforma debe surgir del consenso entre los santafesinos y debe reflejar nuestros valores y nuestras esperanzas. Necesitamos una nueva Constitución que dé cuenta de la pluralidad y heterogeneidad de nuestra sociedad. Hay que superar el temor a la diversidad que caracteriza a la acutal institucionalidad; lo heterogéneo, lo diverso, lo plural, no es un defecto; por el contrario, ha sido y es uno de los mejores rasgos de la cultura argentina y especialmente de la santafesina.

(…) Decir lo que pensamos y hacer lo que decimos será la constante de nuestro accionar político.

(…)

Tenemos una propuesta como Provincia, pero necesitamos repensar la Nación. En ese sentido haremos todos los aportes que estén a nuestro alcance. Es imprescindible que a la Nación le vaya bien, porque es la mejor garantía para resolver positivamente los dilemas que tenemos que enfrentar en nuestra provincia. Contribuiremos entonces a desarrollar propuestas nacionales, privilegiando el diálogo y la construcción de consensos. Sólo así podremos construir una sociedad mejor, más justas y previsible.

Las 3 principales líneas de acción para los cuatro años de gobierno.

El camino que ya iniciamos es el de una profunda reforma de las instituciones democráticas y contiene una fuerte decisión política (…)

PRIMERA LINEA DE ACCION.

De un Estado que actúa por demanda a un Estado que garantice los derechos.

Nuestro problema más grave es la pobreza, que se manifiesta en el deterioro del hábitat, la insuficiencia de vivienda social, la informalidad, la contaminación del medio ambiente, la falta de provisión de agua potable, el riesgo hídrico, la violencia, la migración de nuestros jóvenes, y tienen su expresión en el territorio (…)

SEGUNDA LINEA DE ACCION.

Identificación del desarrollo económico y social.

No hay desarrollo económico sustentable sin desarrollo social.

(…)

Vivimos en un país federal. Ello significa que una provincia como Santa Fe puede preservar grados de autonomía en sus proyectos de desarrollo social, económico y político, manteniendo sus relaciones de colaboración con la Nación. En tal sentido, estamos convencidos que al plantear un proyecto de desarrollo productivo, redistributivo y sostenible, también aportamos a la construcción de un proyecto nacional.

TERCERA LINEA DE ACCION.

Un Estado que se reforma a sí mismo (Reforma Constitucional, Reforma de la Justicia, Reforma del Estado).

La Reforma de la Constitución Provincial

(…)

Debemos incluir temas clave que ya han sido incorporados a la Constitución Nacional: la autonomía municipal, los mecanismos de democracia semidirecta, la descentralización y la participación.

La Reforma Constitucional debe brindarnos un horizonte político e institucional que permita alcanzar los ideales de justicia, bienestar y solidaridad. Estos objetivos nos deben llevar a jerarquizar instituciones que alienten el debate de ideas y la formación de consensos.

La Reforma del Sistema de Justicia

(…)

Para una Reforma de nuestro sistema de justicia es imprescindible el respaldo institucional de los otros poderes y de la población en general y que ello pueda exhibirse como una verdadera decisión política de Estado que trascienda las legítimas diferencias de los distintos puntos de vista políticos.

La hora actual impone transformar el sistema que nos rige desde una visión integral e instalar en su lugar un sistema que se enmarque en el estado de derecho, donde se imponga la fuerza de la ley, se respeten las garantías individuales, se busque la mayor eficacia, se limite al máximo la burocracia del papeleo, se le de debida defensa a la víctima y participación a la comunidad. Un sistema de justicia cuya meta fundamental sea pacificar la sociedad generando un marco de seguridad y certeza. La plaza del 29 de abril pasado puso de manifiesto esta necesidad.

(…) una de las primeras medidas adoptadas por la administración: el decreto de auto limitación por el cual el Poder Ejecutivo restringió sus facultades para proponer integrantes de la Corte Suprema de Justicia y de la Procuración General.

(…)

En tanto, para garantizar el acceso a la justicia y la asistencia judicial crearemos centros de asistencia dirigidos a la atención de los sectores más vulnerables. En ese ámbito funcionarán oficinas de asistencia a las víctimas. Estos centros se irán estableciendo en todo el territorio provincial y la primera experiencia se desarrollará en la ciudad de Santa Fe, en virtud de la situación tan particular que aquí se vive por el alto índice de violencia y homicidios focalizados en distintos barrios.

(…)

La Reforma del Estado Provincial

La Reforma del Estado santafesino que hemos iniciado se basa en tres pilares:

La descentralización provincial, la participación ciudadana en las nuevas formas de gestión pública y la inclusión social, en particular, de los sectores, poblaciones y territorios más vulnerables.

(…)

La descentralización requiere una reforma administrativa tendiente a incorporar mayor eficiencia y eficacia al accionar estatal mediante la revisión de sus prácticas burocráticas y la incorporación de nuevas tecnologías. Nos hemos propuesto acortar los tiempos, simplificar los trámites y gestiones, reducir pasos innecesarios y alcanzar más rápido las soluciones a los problemas. En este marco se han celebrado acuerdos de cooperación con las distintas Agencias que conforman el Sistema de Naciones Unidas, quienes han comprometido sus recursos institucionales para trabajar juntos en las tareas de fortalecimiento institucional que estamos impulsando.

(…)

La reforma del Estado santafesino debe abordar además la actualización del sistema y la administración de los tributos provinciales. Esto significa simplificar sus procedimientos, comprometer a los municipios y comunas para la eficacia en la recaudación, y replantear la coparticipación como mecanismos de transferencia de recursos entre provincia y municipios.

(…)

LAS PRINCIPALES MEDIDAS PARA EL PROXIMO AÑO DE GOBIERNO

La política de regionalización se materializará en una obra emblemática: el edificio del Centro Cívico. A tal fin estamos proyectando la construcción de nuevos edificios en los nodos Rafaela, Reconquista y Venado Tuerto, mientras que en el nodo Santa Fe se promoverá su ubicación al norte de la ciudad, en la localidad de Recreo, ocupando las instalaciones del Liceo Militar. (…)

En materia social

Estamos articulando todos los servicios de salud pública en un sistema de complejidad creciente, que partiendo de los Centros de Salud armonicen con todos los establecimientos de salud de la región, integrándose finalmente a todos los niveles de complejidad existentes en la provincia. Garantizaremos un equipo básico para cada región, que tenga bajo su responsabilidad a un número determinado de familias, teniendo en cuenta variables que consideren la densidad profesional y la distancia para el acceso a los servicios.

(…)

Estamos trabajando en la construcción de un Sistema Único de Salud, cuyo primer paso es el fortalecimiento del sector público y luego la definición del Modelo de Organización y de Gestión. Con este sentido hemos transferido el Iapos a la órbita del Ministerio de Salud.

En lo referente a la educación y cultura, recuperaremos para la escuela la especificidad pedagógica y las condiciones dignas de enseñar y aprender.

(…)

Bajo el programa de 1000 escuelas propondremos una escuela modulada para acelerar la construcción de escuelas en todo el ámbito provincial.

(…)

En desarrollo social, este año se comenzará con la implementación de la Tarjeta Social en toda la provincia, en reemplazo del programa de asistencia alimentaría que entrega cajas de alimentos y tickets. La tarjeta permitirá a los beneficiarios elegir los alimentos y comprarlos en los negocios que deseen. De manera progresiva y ordenada alrededor de 53000 personas pasaran de una modalidad a otra en el transcurso de 2008.

(…)

En materia de Seguridad Social se elevaron las jubilaciones mínimas de $ 470 a $ 1.000 y las pensiones a $ 800, y en los próximos días se aumentará el monto de las pensiones graciables de la Ley 5110 en un 20,4%.

(…)

En materia de seguridad ciudadana es a nuestro entender un proyecto mucho más amplio que la cuestión ´policial`, está relacionada con fenómenos sociales complejos, especialmente con la exclusión social. Es éste uno de los problemas centrales de las sociedades contemporáneas. Por eso, el camino para lograr avances sustanciales en la materia será, sin dudas, largo y trabajoso, y requerirá del compromiso de todas las instituciones de la sociedad.

(…)

A través de la Seguridad Comunitaria se busca revalorizar la participación de la comunidad, mejorando la prevención y disminuyendo la conflictividad social. En el marco de la regionalización, la participación ciudadana involucra un trabajo común con municipios y comunas.

(…)

En materia de infraestructura para el desarrollo (…) Hemos definido 10 (diez) sistemas de acueductos, que permitirán en el futuro llegar a todas las poblaciones de la provincia -sin excepciones- con agua potable. Para lograr su financiación, están adelantadas las negociaciones con el Banco Mundial, junto a obras de cloacas y tratamiento y disposición final de residuos sólidos.

(…)

En materia de relaciones institucionales con municipalidades y comunas (…) Tenemos como meta fortalecer la calidad institucional de los gobiernos locales, respetando su autonomía y generando reglas claras y transparentes de gestión pública. Como nos preocupa especialmente la situación económica financiera de los municipios y comunas de la provincia estamos aplicando medidas necesarias para auxiliarlas.

En este sentido, otorgamos anticipos de coparticipación a 83 municipios y comunas por aproximadamente 45 municipios y comunas por aproximadamente 45 millones de pesos. Al mismo tiempo, llevamos al 100 por ciento el monto coparticipable de Ingresos Brutos correspondiente a municipios y comunas, y transferimos con carácter no reintegrable el monto que los municipios y comunas habían realizado por la aplicación de la Ley de Financiamiento Educativo Nacional. Estas dos medidas totalizan en 2008, 63 millones de pesos que serán distribuidos entre todas las localidades de la provincia.

(…)

Señoras Legisladoras y Señores Legisladores

Este es el momento de pensar desde la Provincia en la Nación. No en las próximas elecciones, sino en nuestros hijos, en los jóvenes, en los que tienen esperanzas. De pensar en nuestra cultura y en nuestra historia. De recordar cuanto perdimos con los desencuentros nacionales, de cuanto podemos perder si no aprendemos de nuestra propia historia y de cuanto podemos ganar si comenzamos a transitar por una provincia normal en un país normal , donde se repeten la constitución y las leyes, donde los derechos ya no sean deudas con la sociedad. Donde la salud y la educación sean las fortalezas para la construcción de una sociedad mejor.

Debemos pensar en dos planos simultáneos: el de la coyuntura y el de la planificación estratégica. La coyuntura pasa por la pacificación, a través del diálogo y el consenso entre el Estado, el mercado y la sociedad. La planificación estratégica, con los mismos actores, debe pensar los ejes del desarrollo que deben ser económicos y sociales. Lo urgente no es encontrar vencedores ni vencidos, lo urgente es defender la Nación.

martes, 27 de mayo de 2008

SOBRE LA TEORIA DEL VALOR 5º PARTE

La mercancía contra las necesidades

El capitalismo de hoy se distingue por un proyecto sistemático, incluso dogmático, de transformar en mercancía lo que no lo es o lo que no debería serlo. Semejante proyecto es doblemente reaccionario: afirma a la vez la voluntad del capitalismo de regresar a su estado natural, borrando todo lo que había podido civilizarlo; revela su incapacidad profunda para hacerse cargo de los nuevos problemas que se plantean a la humanidad.

El capitalismo quiere responder bien a necesidades racionales y a aspiraciones legítimas, como cuidar a los enfermos del SIDA o limitar las emisiones de gas con efecto invernadero; pero con la condición que esto pase por las horcas caudinas de la mercancía y de la ganancia. En el caso del SIDA, el principio intangible es vender los medicamentos a precios que rentabilicen su capital, y peor para ellos si este precio no es abordable más que para una minoría de personas implicadas. Es la ley del valor la que se aplica aquí, con su eficacia propia, que no es sanar al mayor número de enfermos sino rentabilizar el capital invertido. Las luchas que apuntan, no sin éxito, a contrariar este principio de eficacia tienen un contenido anticapitalista inmediato, ya que la alternativa es financiar la investigación con fondos públicos y enseguida, distribuir los medicamentos en función del poder adquisitivo de los pacientes, incluso gratuitamente. Cuando los grandes grupos farmacéuticos se oponen encarnizadamente a la producción y difusión de genéricos, es el status de mercancías y es el status de capital de sus inversiones los que los defienden, con gran lucidez.

Lo mismo ocurre con el agua que ha suscitado numerosas luchas a través del mundo, y se encuentra la misma oposición con respecto a esta cuestión ecológica fundamental, que es la lucha contra el efecto invernadero. Aquí también, las potencias imperialistas (grupos industriales y gobiernos) se niegan a dar el más mínimo paso hacia una solución racional que sería la planificación energética a escala planetaria. Buscan sucedáneos que tienen como nombre "ecotasa" o "derechos de contaminar". Para ellos se trata de hacer entrar nuevamente la gestión de este problema en el espacio de las herramientas mercantiles en donde, para ir rápido, se juega con los costos y los precios, en lugar de jugar con las cantidades. Se trata de crear pseudo mercancías y pseudo mercados, cuyo ejemplo más caricaturesco es el proyecto de mercado de derechos a contaminar. Es un absurdo que no resiste ni siquiera a las contradicciones interimperialistas, como lo ha mostrado la denuncia unilateral por los Estados Unidos a los acuerdos de Kioto, aunque bien tímida.

Al mismo tiempo, el capitalismo contemporáneo apunta a organizar la economía mundial y el conjunto de las sociedades según sus propias modalidades, que le dan la espalda a los objetivos de bienestar. A nivel mundial, el proceso de constitución de un mercado mundial se lleva adelante sistemáticamente, y apunta en el fondo al establecimiento de una ley del valor internacional. Pero este proyecto se choca con profundas contradicciones, porque se basa en la negación de diferenciales de productividad que obstaculizan la formación de un espacio de valorización homogéneo. Este olvido conduce a efectos de despojo perversos que implican la eliminación potencial de todo trabajo que no se erija de entrada con las normas de rentabilidad más elevadas, las que el mercado mundial tiende a universalizar. Los países están, entonces, fraccionados entre dos grandes sectores, el que se integra al mercado mundial y el que debe ser separado de él. Se trata entonces de un anti modelo de desarrollo, y este proceso de dualización de los países del sur es estrictamente idéntico a lo que se llama exclusión en los países del norte.

Finalmente es la misma fuerza de trabajo la que la patronal quisiera llevar a un status de pura mercancía. La "refundación social" del MEDEF expresa bien esta ambición de no tener que pagar al asalariado más que cuando trabaja para el patrón, lo que significa reducir al mínimo y trasladar a las finanzas públicas los elementos de salario socializado, remercantilizar las jubilaciones, y hacer desaparecer la propia noción de duración legal del tiempo de trabajo. Este proyecto le da la espalda al progreso social que pasa, por el contrario, por la desmercantilización del tiempo libre. Aquí no hay que contar con las innovaciones de la técnica para alcanzar este objetivo sino con un proyecto radical de transformación social que es el único medio de enviar a la vieja ley del valor al cofre de las antigüedades. La lucha por el tiempo libre como medio privilegiado de redistribuir las ganancias de productividad es la vía real para hacer que el trabajo ya no sea una mercancía y que la aritmética de las necesidades sociales se sustituya a la de la ganancia: "la producción basada en el valor de cambio se hunde por este hecho, y el proceso de producción material inmediato se ve él mismo despojado de su forma mezquina, miserable, antagónica. Esto es entonces el libre desarrollo de las individualidades. Desde ahora, ya no se trata de reducir el tiempo de trabajo necesario en vistas de desarrollar el plustrabajo, sino de reducir en general el trabajo necesario de la sociedad a un mínimo" .

2 - Acumulación y crisis

La teoría marxista de la acumulación y de la reproducción del capital propone un marco de análisis de la trayectoria del modo de producción capitalista. Este último está dotado de un principio de eficacia específica, que no le impide apoyarse en contradicciones (que hasta ahora, ha logrado superar). Su historia le ha hecho recorrer diferentes fases que lo aproximan a una crisis sistemática, cuestionando su principio central de funcionamiento, sin que sea posible deducir de esto la inevitabilidad de su hundimiento.

Comencemos por una apología paradójica: el capitalismo es, en la historia de la humanidad, el primer modo de producción que da muestras de semejante dinamismo. Se puede medirlo, por ejemplo, en el progreso sin precedentes de la productividad del trabajo desde mitad del siglo XIX, que le hacía decir a Marx que el capitalismo revolucionaba las fuerzas productivas. Este resultado se deriva de su característica esencial, que es la competencia entre capitales privados movidos por la búsqueda de la rentabilidad máxima. Esta competencia desemboca en una tendencia permanente a la acumulación del capital ("la Ley y los profetas", decía Marx), que trastorna permanentemente los métodos de producción y los mismos productos y no se contenta con aumentar la escala de la producción.

Estos triunfos tienen como contrapartida dificultades estructurales de funcionamiento, que se manifiestan por crisis periódicas. Se pueden señalar dos contradicciones absolutamente centrales, que combinan una tendencia a la sobreacumulación, por un lado, y a la superproducción, por el otro. La tendencia general a la sobreacumulación es la contrapartida a la competencia: cada capitalista tiende a invertir para ganar partes del mercado, ya sea, bajando sus precios, ya sea, mejorando la calidad del producto. Esto está más alentado cuando el mercado es portador y la rentabilidad elevada. Pero la suma de estas acciones, racionales cuando se toman separadamente, conduce casi automáticamente a una sobreacumulación. Dicho de otro modo, hay globalmente en plaza demasiada capacidad de producción, y por consiguiente, demasiado capital para que pueda ser rentabilizado al mismo nivel que antes. Lo que se ha ganado en productividad se paga con un aumento del avance en capital por puesto de trabajo, lo que Marx llamaba la composición orgánica del capital.

La segunda tendencia concierne a los mercados. La sobreacumulación entraña la superproducción, en el sentido en que se producen demasiadas mercancías con relación a lo que el mercado puede absorber. Este desequilibrio proviene de un subconsumo relativo, cada vez que el reparto de la renta no crea el poder adquisitivo necesario para hacer circular la producción. Marx estudió mucho las condiciones de reproducción del sistema, que se puede resumir diciendo que el capitalismo utiliza un motor a dos tiempos: le hace falta ganancia, por supuesto, pero también le hace falta que las mercancías sean vendidas efectivamente, de manera de embolsarse realmente esta ganancia, para "realizarla", retomando el término de Marx. Muestra que estas condiciones no son para nada imposibles de alcanzar pero que nada garantiza que sean satisfechas duraderamente. La competencia entre capitales individuales lleva permanentemente el riesgo de sobreacumulación, y entonces, de desequilibrio entre las dos grandes "secciones" de la economía: la que produce los medios de producción (bienes de inversión, energía, materias primas, etc.) y la que produce los bienes de consumo. Pero la fuente principal de desequilibrio es la lucha de clases: cada capitalista tiene interés en bajar los salarios de sus propios asalariados, pero si todos los salarios son bloqueados, entonces los mercados corren el riesgo de no manifestar lo que se esperaba. Entonces se hace necesario que la ganancia obtenida gracias al bloqueo de los salarios sea redistribuida hacia otras capas sociales que la consuman y sustituyan así el consumo faltante de los asalariados.

El funcionamiento del capitalismo es, entonces, irregular por esencia. Su trayectoria está sometida a dos suertes de movimiento que no tienen la misma amplitud. Por un lado está el ciclo del capital que conduce a la sucesión regular de los booms y de las recesiones. Estas crisis periódicas, más o menos marcadas, forman parte del funcionamiento "normal" del capitalismo. Se trata de "pequeñas crisis", de las que el sistema sale de manera automática: la fase de recesión conduce a la desvalorización del capital y crea las condiciones de la reactivación. Es la inversión lo que constituye el motor de estas fluctuaciones, de alguna manera, automáticas.

EL CAPITAL EN COMIC 17

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LA REVOLUCION, ¿ES UN SUEÑO ETERNO?


UNA CONTRIBUCIÓN CRÍTICA.


Inmanuel Wallerstein es un reputado científico social contemporáneo exponente de la tradición del pensamiento de la corriente científica fundada por Marc Bloch, Lucien Fevbre pero adhiriendo especialmente a la metodología y técnicas desarrolladas por el conocimiento del hombre y de las sociedades humanas del eminente historiador Fernand Braudel director de los Annales (Economies-Sociétes-Civilisations). La Hoja Voladora en un nuevo aniversario de la Revolución de Mayo ha elaborado una síntesis del trabajo presentado por el distinguido profesor Wallerstein en su obra Después del Liberalismo* escogiendo del capítulo 11. LA REVOLUCION COMO ESTRATEGIA Y LAS TÁCTICAS DE TRANSFORMACIÓN el rico abordaje que ensaya el autor sobre la trayectoria descripta por la noción de Revolución y sus perspectivas de realización efectiva atravesando el análisis del presente desde el postulado del sistemas-mundo.

“¿Fracasó la Revolución francesa? ¿Fracasó la Revolución rusa? Estas dos preguntas podrían haber parecido absurdas en algún momento pero ya no lo parecen. Pero, ¿cómo se responden?.

Revolución es una palabra extraña. (…) El Oxford English Dictionary registra su uso ya en 1600 en el sentido de derrocamiento de un gobierno por sus súbditos. Pero por supuesto la idea de derrocar el gobierno no es necesariamente incompatible con el concepto de regresar al punto de origen. Muchos acontecimientos políticos llamados ´revolución´ por sus protagonistas fueron presentados por los mismos como la restauración de derechos violados, y por lo tanto como un regreso a un sistema anterior y mejor.

(…) La disyuntiva entre reforma o revolución llegó a significar, en los debates de fines del siglo XIX y comienzos del XX, la lenta acumulación de pequeños cambios contrapuestos al cambio rápido, los cambios en pequeña escala contrapuestos al cambio en gran escala, el cambio reversible contrapuesto al cambio irreversible, el cambio que mejora (y por consiguiente es prosistémico) contrapuesto al cambio transformador (que es por lo tanto antisistémico), y el cambio ineficaz contrapuesto al cambio eficaz. Por supuesto en todas las antinomias anteriores he utilizado dados cargados, dando a cada una la caracterización utilizada por el discurso revolucionario.

(…) El concepto de ´derrocamiento violento´ no es evidente por sí mismo. Un levantamiento espontáneo, o la desintegración de la estructura del poder ¿constituyen una revolución, o sólo si ese levantamiento es canalizado a continuación por un partido revolucionario? ¿Cuándo ocurrió la Revolución francesa: con el ataque a la Bastilla o con la efectiva llegada al poder de los jacobinos? Tradicionalmente se considera que la Revolución rusa (la Revolución de Octubre) se inició con el ataque al Palacio de Invierno, pero más tarde se consideró que las ´revoluciones´ se iniciaban antes de la toma del poder estatal. Es decir, se consideró que era esencial que esa toma del poder fuera preparada por largas campañas guerrilleras, lo que Mao Tse-tung caracterizó como ´lucha prolongada´. Por lo tanto la lucha prolongada fue presentada como elemento esencial del proceso revolucionario, y no sólo antes de la toma de los órganos estatales sino también después (´la revolución cultural´).

Y hay una última ambigüedad que merece ser señalada. Después del Congreso de Bakú, se rotuló la lucha antimperialista como actividad ´revolucionaria´, pero la relación teórica de esa revolución antimperialista con la revolución socialista nunca estaba del todo clara, porque nunca ha habido consenso de ningún tipo. ¿La revolución argelina es igual o diferente a la revolución vietnamita? En la realidad ha habido muchas trayectorias diferentes. En Cuba, ´la revolución´ no era marxista, ni siquiera socialista, antes de la toma del poder, pero se volvió marxista y socialista después. En Zimbabwe el cambio retórico recorrido fue el inverso.

(…) Dicho esto, el resultado final es bastante desalentador, considerando la increíble cantidad de energía social que se dedicó a la actividad revolucionaria en el siglo XX (y también en el XIX). Comparto el sentimiento de los revolucionarios de 1968 de que para esas fechas la vieja izquierda en todas sus versiones había llegado a ser ´parte del problema´. Sin embargo desde entonces la izquierda mundial ha avanzado. La revolución mundial de 1968 tuvo efectos inmensos sobre las fuerzas de todas partes que se consideran antisistémicas. Nuestro modo de análisis revela seis consecuencias principales, que quiero definir en forma restringida.

1] La estrategia de dos pasos -primero tomar el poder estatal, luego transformar la sociedad- ha pasado de ser una verdad evidente (para la mayoría de las personas) a ser una proposición dudosa.

2] La premisa organizacional de que la actividad política en cada país será más eficaz si es canalizada por un solo partido cohesionador ya no es generalmente aceptada.

3] El concepto de que el único conflicto fundamental dentro del capitalismo es el conflicto entre el capital y el trabajo -y todos los demás conflictos basados en el género, la raza o etnicidad, la sexualidad, etc., son todos secundarios, derivados o atávicos- ya no es generalmente aceptada.

4] La idea de que la democracia es un concepto burgués que bloquea la actividad revolucionaria ha estado dejando el lugar a la idea de que la democracia podría ser una idea profundamente anticapitalista y revolucionaria.

5] La idea de que el aumento de la productividad es un requisito previo esencial de la construcción del socialismo ha sido sustituida por la preocupación por las consecuencias del productivismo en términos de la ecología, la calidad de vida y la consiguiente mercantilización de todo.

6] La fe en la ciencia como piedra fundamental de la construcción de la utopía ha dejado lugar a cierto escepticismo acerca de la ciencia clásica y el cientificismo popular, a favor de la inclinación a pensar en términos de una relación más compleja entre el determinismo y el libre albedrío, el orden y el caos. El progreso ya no es evidente por sí mismo.

Ninguna de esas seis revisiones de nuestras premisas es del todo nueva. Pero la revolución de 1968, al conmover la legitimidad de la vieja izquierda, transformó las dudas que abrigaba un puñado de personas en un revisionismo mucho más difundido, una verdadera ´revolución cultural´. Cada una de estas seis revisiones es compleja y, en otra oportunidad, se podría seguir elaborando largamente. Me ocuparé solamente de las implicaciones de esas revisiones para la actividad política antisistémica, y en particular para la estrategia y las tácticas de la ´revolución´.

La primera y más fundamental implicación es que ´revolución´ -en el sentido que daban a la palabra los movimientos marxistas-leninistas- ya no es un concepto viable. No tiene significado, por lo menos ahora no lo tiene. Se suponía que ´revolución´ era la actividad de un partido, su lucha por alcanzar el poder estatal, su papel como portaestandarte de los trabajadores en la lucha entre el capital y el trabajo, su dedicación al aumento de la productividad y su autodefinición como científico. ¿Existen todavía partidos que correspondan a esta descripción y que tengan un número significativo de seguidores?. No veo mucho, si es que los hay.

Lo que vemos en su lugar son dos cosas. En primer lugar, observamos partidos de la vieja izquierda, a menudo con otro nombre cambiado, luchando por su supervivencia electoral con base en programas centristas eclécticos que no parecen inspirar sentimientos muy fuertes, herederos de un vago anhelo de justicia social (del mismo modo que los radical-socialistas de la III República francesa encarnaban la tradición del laicismo). En segundo lugar, vemos un abanico de partidos y movimientos en perpetuo cambio que son los herederos diluidos de la revolución de 1968: partidos verdes, movimientos feministas, movimientos de las llamadas minorías oprimidas étnicas y raciales, movimientos gay y lo que podríamos llamar movimientos comunitarios de base.

(…) De modo que ésa es la situación: partidos de la vieja izquierda con fachadas cansadas y eclécticas; ningún concepto viable de ´una revolución´; nuevos movimientos antisistémicos que son vigorosos pero no tienen ninguna visión estratégica clara, y menos movimientos racistas-populistas de fuerza cada vez mayor. En medio de todo eso, los asediados defensores del sistema mundial capitalista existente no están en absoluto desarmados y siguen una política de postergación flexible de las contradicciones, mientras esperan el momento en que puedan llevar a cabo una transformación radical a su manera, abandonando el modo de producción capitalista por algún sistema mundial nuevo pero igualmente desigualitario y antidemocrático.

Hace mucho que necesitamos urgentemente definir con cierta claridad una estrategia alternativa a la difunta estrategia de la ´revolución´. Creo que esa redefinición es una tarea colectiva para el mundo entero. Sólo puedo sugerir aquí algunas líneas de acción que podrían ser elementos de esa estrategia, pero que en conjunto no constituyen una estrategia completa.

1] El primero es un regreso a una táctica tradicional. En todas partes, en cada puesto de trabajo, debemos presionar por más, es decir, porque la clase trabajadora conserve una porción mayor de la plusvalía. (…) La presión constante en escala local por esa internalización y por más -más en Detroit, más en Gdansk, más en Sao Pablo, más en Fiji- puede conmover profundamente los patrones de acumulación de capital.

2] Segundo, en todas partes en todas las estructuras políticas en todos los niveles, más democracia, es decir, más participación popular y más toma de decisiones abierta. (…) Esto quizás fue legítimo en el siglo XIX, pero la transformación del sistema mundial en otro mejor será imposible sin un apoyo popular genuino y profundamente motivado, el cual debe ser creado y desarrollado por medio de más democracia ahora.

3] Tercero, la izquierda mundial tiene que conciliar su dilema en torno al universalismo o particularismo. (…) Necesitamos buscar una manera de construir un nuevo universalismo basado en un cimiento de incontables grupos, y no en el mítico individuo atómico. Sin embargo esto requiere una especie de liberalismo social global que vacilamos en aceptar. Por lo tanto necesitamos dar sentido operativo (y no simplemente retórico) al ´rendez-vouz de donner et de recevoir´ (´cita de dar y recibir´) de Senghor. Esto debería intentarse en innumerables niveles locales.

4] Cuarto, debemos pensar en el poder estatal como una táctica, que se utiliza siempre que se puede y para las necesidades inmediatas, sin invertir nada en él ni fortalecerlo. Por encima de todo, debemos evitar manejar el sistema, en cualquier nivel. Debemos dejar vivir temiendo el derrumbe político del sistema.

(…) En suma, debemos convertirnos en trabajadores de viña prácticos, consecuentes y constantes, discutiendo nuestras utopías y empujando hacia delante. Cuando el sistema mundial actual se derrumbe sobre nosotros en los próximos cincuenta años, debemos tener una alternativa sustantiva para ofrecer que sea creación colectiva. Sólo entonces tendremos oportunidad de obtener una hegemonía gramsciana en la sociedad civil mundial, y por lo tanto una oportunidad de triunfar en la lucha contra los que quieren cambiarlo todo para que nada cambie.”

* Después del Liberalismo, ed. S XXI, 1998.

Inmanuel Wallerstein dirige el Centro Fernand Braudel para el estudio de la economía, los sistemas históricos y las civilizaciones en la Universidad de Binghampton, y es profesor de la École des Hautes Études en Sciences Sociales de París.

POSTEADO POR MIGUEL


lunes, 26 de mayo de 2008

SOBRE LA TEORIA DEL VALOR 4º PARTE

Las nuevas mercancías

Más bien que por el recurso al "conocimiento", el capitalismo contemporáneo se caracteriza, en un creciente número de sectores, por una estructura particular de costos:

Un aporte de fondos inicial importante y concentrado en el tiempo, en donde los gastos de trabajo calificado ocupan un lugar creciente;
una desvalorización rápida de las inversiones que, por lo tanto, es necesario amortizar y rentabilizar en un período corto;
costos variables de producción o de reproducción relativamente débiles;
la posibilidad de apropiación casi gratuita de la innovación o del producto (programa, obra de arte, medicamento, información, etc.)

Todo esto no debería plantear ningún problema a priori: la valorización del capital pasa por la formación de un precio que debe cubrir los costos variables de la producción, la amortización del capital fijo calculada en función de la duración de su vida económica, más la tasa media de ganancia. Cuando la innovación permite producir más barato las mismas mercancías, el primer capital en ponerlo en obra se beneficia con una prima, o una renta (una plusvalía "extra", dijese Marx) que retribuye transitoriamente el avance tecnológico. Sus competidores son llevados a introducir la misma innovación, con el fin de beneficiarse ellos también con estas superganancias, o simplemente, para resistir la competencia.

Una dificultad suplementaria aparece cada vez que las firmas competidoras pueden nivelarse a un costo muy reducido, porque esta posibilidad tiene como efecto desvalorizar instantáneamente el capital que correspondía al aporte de fondos inicial. Una característica del capitalismo contemporáneo es precisamente, la reproductibilidad a bajo costo de un número creciente de mercancías y esta es otra característica de las mercancías "virtuales" que plantea problemas particulares a las exigencias de rentabilidad. De manera estilizada, estas mercancías necesitan una inversión de concepción muy fuerte, pero su producción es inmediatamente casi gratuita. Del último CD de Michael Jackson a la más reciente molécula anti SIDA, se puede dar numerosos ejemplos de esta configuración. Ahora bien, esto entra en contradicción con la lógica de rentabilidad del capital, a causa de otra verdadera novedad. Una vez que el producto ha sido concebido, el aporte de fondos ya no es necesario para los nuevos entrantes, piratas de programas o fabricantes de medicamentos genéricos. No es este caso particular el de la mayoría de las mercancías: por cierto, se puede copiar el modelo o el procedimiento, pero esto no reduce los costos de producción en la misma proporción, porque todavía es necesario fabricar el producto o hacer el servicio, y equiparse o ajustarse para eso. La marca, el prestigio y la publicidad lograrán, en mayor o menor medida, rentabilizar el aporte de fondos inicial. Pero con los nuevos productos, el fenómeno cambia de naturaleza. Si yo pudiera copiar y vender sus programas a precio de costo, obtendría el mercado, y reduciría a nada las inversiones de Microsoft.

Una noción vecina es la de indivisibilidad, retomando la expresión utilizada con respecto a los servicios públicos. Se aplica bien a la información: una vez producida, su difusión no priva a nadie de su gozo, contrariamente, por ejemplo a un libro, que no puedo leer si lo he dado o prestado. En la medida en que las nuevas tecnologías introducen semejante lógica, aparecen como contradictorias con la lógica mercantil capitalista. Potencialmente, el capitalismo ya no puede funcionar, en todo caso, no con sus reglas habituales. Rullani tiene razón cuando dice que el valor del conocimiento no depende de su rareza sino que "se deriva únicamente de las limitaciones establecidas, institucionalmente o de hecho, al acceso del conocimiento". Para valorizar esta forma de capital, paradójicamente hay que "limitar temporariamente la difusión" de lo que le ha permitido ponerlo a punto, o también "reglamentar el acceso". La actualidad está llena de ejemplos que ilustran este análisis, se trate de Microsoft, de Napster o de proyectos de CD no reproducibles para responder a las copias piratas. Como también dice Rullani, "el valor de cambio del conocimiento está entonces totalmente ligado a la capacidad práctica de limitar su libre difusión. Es decir, limitar con medios jurídicos (patentes, derechos de autor, licencias, contratos) o monopolistas, la posibilidad de copiar, imitar, reinventar, aprehender los conocimientos de otros".

Pero admitamos incluso una amplia difusión de este nuevo tipo de productos potencialmente gratuitos. Más que la emergencia de un nuevo modo de producción, el análisis precedente muestra que hay que ver aquí la brecha de una contradicción absolutamente clásica entre la forma que toma el desarrollo de las fuerzas productivas (la potencial difusión gratuita) y las relaciones de producción capitalistas que buscan reproducir el status de mercancía, a contrapelo de las potencialidades de las nuevas tecnologías. Encontramos aquí la descripción adelantada por Marx de esta contradicción mayor del capital: "por un lado, despierta todas las fuerzas de la ciencia y de la naturaleza, así como las de la cooperación y circulación social, con el fin de volver la creación de riqueza independiente (relativamente) del tiempo de trabajo utilizado por ella. Por otro, pretende mesurar las gigantescas fuerzas sociales así creadas según el marco del tiempo de trabajo, y encerrarlas en los estrechos límites, necesarios al mantenimiento, como valor, del valor ya producido. Las fuerzas productivas y las relaciones sociales - simples caras diferentes del desarrollo del individuo social - aparecen únicamente al capital como medios para producir a partir de su base estrechada. Pero, de hecho, son condiciones materiales, capaces de hacer estallar esta base".

Porque olvida estas contradicciones entre nuevas tecnologías y ley del valor, la teoría del "capitalismo cognitivo" se basa, por lo tanto, en un contrasentido fundamental. Examina una nueva fase del capitalismo dotada de una lógica específica y de nuevas leyes, en particular en la determinación del valor. Fascinada por su objeto, la escuela cognitiva presta así al capitalismo contemporáneo una coherencia de la que está lejos de disponer, y se sitúa a su manera en una cierta lógica regulacionista que postula una infinita capacidad del capitalismo para renovarse. En su último libro, André Gorz , tiene una fórmula que resume de maravilla la incoherencia de estas teorías: "el capitalismo cognitivo, es la contradicción del capitalismo". Las mutaciones tecnológicas muestran que este modo de producción, como lo consideraba Marx, "ha alcanzado en su desarrollo de las fuerzas productivas una frontera, pasada la cual no puede sacar plenamente partido de sus potencialidades más que superándose hacia otra economía".

Es entonces, el capitalismo, y no sus análisis marxistas, el que confina a la economía a la esfera del valor de cambio, en el que el valor - riqueza no está allí más que como un medio. Y más bien es su mayor debilidad que el hecho de tener cada vez más dificultad en dar una forma mercantil a valores de uso nuevos, inmateriales y potencialmente gratuitos. Es entonces, sobre la base de un contrasentido, que los teóricos del capitalismo cognitivo se reclaman de Marx, y particularmente, de las páginas de los Grundrisse, en donde aborda estas cuestiones y que acabamos de comentar. La conclusión de Marx es, en efecto, que para salir de esta contradicción, "es necesario que sea la propia masa obrera la que se apropie de su plustrabajo". Y es únicamente "cuando ella ha hecho esto" (dicho de otro modo, la revolución social) que se llega al punto en que "no es en ningún modo el tiempo de trabajo, sino el tiempo disponible lo que es la medida de la riqueza".

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sábado, 24 de mayo de 2008

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viernes, 23 de mayo de 2008

SOBRE LA TEORIA DEL VALOR 3º PARTE

¿Por una teoría del valor - conocimiento?

Las teorías de la "nueva economía" desembocan en la idea que las nuevas tecnologías volverían obsoleto el valor - trabajo. La determinación del valor de las mercancías por el trabajo socialmente necesario a su producción ya no correspondería a la realidad de las relaciones de producción. Lo que se identifica como realmente nuevo en la "nueva economía", es esta pérdida de sustancia de la ley del valor que conduce a una profunda mutación, incluso a una autosuperación del capitalismo. Más precisamente, las nuevas tecnologías introducirían cuatro grandes formas de producción de mercancías: inmaterialidad, reproductibilidad, indivisibilidad, y rol del conocimiento.

El tema de la inmaterialidad se refiere a los procesos de trabajo y al producto mismo. Una buena parte de las mercancías de la "nueva economía" son bienes y servicios inmateriales, o cuyo soporte material está reducido a una mínima expresión. Ya se trate de un programa, de un film o de un pedazo de música numerada, o mejor todavía, de una información, la mercancía moderna tiende a convertirse en "virtual". Esta constatación es exacta, al menos parcialmente, pero no conduce a las supuestas implicancias teóricas. Solo puede conmover a los partidarios de un marxismo primitivo en el que, con el pretexto de materialismo, la mercancía era una cosa. El ascenso de los servicios al menos habrá permitido liquidar esta forma vetusta de incomprensión de la forma valor. Lo que fundamenta la mercancía, es una relación social ampliamente independiente de la forma concreta del producto. Es mercancía lo que se vende como medio de rentabilizar un capital.

La reproductibilidad y la indivisibilidad de un creciente número de bienes y de servicios cuestionan su status de mercancías. Se trata aquí de formas modernas de una contradicción fundamental del capitalismo sobre las que regresaremos más adelante. Previamente, es necesario analizar el rol jugado por el conocimiento en los procesos productivos, que maltrata particularmente a la teoría del valor - trabajo. Para Enzo Rullani , ella se convierte en "un factor de producción necesario, tanto como el trabajo y el capital". Pero su valorización obedece a leyes "muy particulares", si bien "el capitalismo cognitivo funciona de manera diferente al capitalismo a secas". En consecuencia, "ni la teoría del valor de la tradición marxista, ni la liberal, actualmente dominante, pueden dar cuenta del proceso de transformación del conocimiento en valor".

Negri va aún más allá en la interferencia de la relación capital - trabajo: "El trabajador, hoy, ya no necesita instrumentos de trabajo (es decir, capital fijo) que sean puestos a su disposición por el capital. El capital fijo más importante, el que determina los diferenciales de productividad, se encuentra a partir de ahora en el cerebro de la gente que trabaja: es la máquina - herramienta que cada uno de nosotros lleva en sí. Esta es la novedad esencial de la vida productiva hoy" . Uno de sus discípulos, Yann Moulier - Boutang, es más categórico aún, al afirmar que, en el capitalismo cognitivo, el conocimiento "se convierte en el recurso principal del valor" y "el lugar principal del proceso de valorización".

Pretender que estas transformaciones basten para trastocar la teoría del valor, es hacer de ésta un simple cálculo en tiempo de trabajo. En los Grundrisse, Marx escribe explícitamente lo contrario: "no es ni el tiempo de trabajo, ni el trabajo inmediato efectuado por el hombre lo que aparece como el fundamento principal de la producción de la riqueza; es la apropiación de su fuerza productiva general, su inteligencia de la naturaleza y su facultad de dominarla, desde que se constituyó en un cuerpo social: en una palabra, el desarrollo del individuo social representa el fundamento esencial de la producción y de la riqueza" . Citemos también a Marx: "la acumulación del saber, de la habilidad, así como de todas las fuerzas productivas generales del cerebro social son entonces absorbidas en el capital que se opone al trabajo: a partir de ahora, aparecen como una propiedad del capital, o más exactamente, del capital fijo". Se ve que la idea según la que el capital goza de la facultad de apropiarse de los progresos de la ciencia (o del conocimiento) no tiene nada de nuevo en el ámbito del marxismo.

Una de las características intrínsecas del capitalismo, la fuente esencial de su eficacia, siempre ha residido en esta incorporación de las capacidades de los trabajadores a su maquinaria social. El capital, explica Marx: "da vida a toda la potencia de las ciencias y de la naturaleza, como a la de la combinación y la comunicación social para volver la creación de riqueza independiente (relativamente) del tiempo de trabajo que está afectado en esto". Es en este sentido que el capital no es un parque de máquinas o de computadoras en redes, sino una relación social de dominación. El análisis del trabajo industrial desarrolló mucho desde este punto de vista. El análisis de la opresión de las mujeres hace jugar un rol (o debería hacerlo) a la captación por el capital del trabajo doméstico como factor de reproducción de la fuerza de trabajo. La escuela pública no se refiere a ninguna otra cosa que a esta forma de inversión social. La idea misma de distinción entre trabajo y fuerza de trabajo, en el fondo, se basa en esto.

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jueves, 22 de mayo de 2008

SOBRE LA TEORIA DEL VALOR 2º PARTE

Las finanzas ¿permiten enriquecerse mientras se duerme?

La euforia bursátil y las ilusiones creadas por la "nueva economía" han dado la impresión que uno podía "enriquecerse mientras dormía", en resumen, que las finanzas se convertían en una fuente autónoma de valor. Estos fantasmas típicos del capitalismo no tienen nada de original, y en Marx se encuentran todos los elementos para hacer la crítica de esto, sobre todo en sus análisis del Libro 2 de El Capital, dedicados al reparto de ganancia entre interés y ganancia de empresa. Marx escribe, por ejemplo, que: "en su representación popular, el capital financiero, el capital que aporta el interés es considerado como capital en sí, el capital por excelencia". En efecto, parece capaz de procurar un ingreso, independientemente de la explotación de la fuerza de trabajo. Por eso, agrega Marx, "para los economistas vulgares que tratan de presentar al capital como fuente independiente de valor y de creación de valor, esta forma es algo interesante, evidentemente, ya que vuelve irreconocible el origen de la ganancia y otorga al resultado del proceso de producción capitalista - separado del proceso mismo - una existencia independiente".

El interés y, en general, las rentas financieras, no representan el "precio del capital" que estaría determinado por el valor de una mercancía particular, como puede ser el caso del salario para la fuerza de trabajo; él es una clave de repartición de la plusvalía entre capital financiero y capital industrial. Esta visión "sustractiva", en el que el interés es analizado como una sangría sobre la ganancia se opone totalmente a la visión de la economía dominante, la que Marx ya calificaba de "vulgar", y que trata del reparto de la renta según una lógica aditiva. En la visión apologética de esta rama de la economía, la sociedad es un mercado generalizado en la que cada uno viene con sus "dotaciones" para ofrecer sus servicios en él bajo la forma de "factores de producción". Algunos tienen para proponer su trabajo, otros, tierra, otros, capital, etc. Esta teoría no dice nada de las hadas madrinas que han procedido a la atribución a cada "agente" de sus dotaciones iniciales, pero la intención es clara: la renta nacional se construye por agregación de los ingresos de los diferentes "factores de producción", según un proceso que tiende a hacerlos simétricos. La explotación desaparece, ya que cada uno de los factores es remunerado según su propia contribución.

Este tipo de esquema tiene ventajas, pero presenta también dificultades. Por ejemplo, generaciones de estudiantes de economía aprenden que "el productor maximiza su ganancia". Pero ¿cómo se calcula esa ganancia? Esta es la diferencia entre el precio del producto y el costo de los medios de producción, por lo tanto, los salarios, pero también el "costo de uso" del capital. Este último concepto relativamente reciente resume por sí solo las dificultades de operación, ya que depende del precio de las máquinas y de la tasa de interés, a la vez. Pero si las máquinas han sido pagadas y los intereses percibidos, ¿cuál es la ganancia que se maximiza? Pregunta tanto más interesante cuanto que esta ganancia, una vez "maximizada" es nula. Y si no lo es, tiende hacia el infinito, y la teoría neoclásica del reparto se hunde, ya que la renta se vuelve superior a la remuneración de cada uno de los "factores". Para la economía dominante, la única manera de tratar esta dificultad es cortarla en pedazos y aportar respuestas diferentes según las regiones a explorar, sin asegurar nunca una coherencia de conjunto, que no podría darse más que por una teoría del valor de la que no dispone. Para resumir estas dificultades, que llevan a la discusión de Marx, la teoría dominante oscila entre dos posiciones incompatibles. La primera consiste en asimilar el interés a la ganancia - y el capital prestado al capital comprometido - pero deja sin explicación la existencia misma de una ganancia de empresa. La segunda consiste en distinguir las dos, pero, de repente, se prohibe la producción de una teoría unificada del capital. Toda la historia de la teoría económica burguesa es la de un ir y venir entre estas dos posiciones contradictorias.

La teoría del valor es, entonces, especialmente útil para tratar correctamente el fenómeno de la financierización. Una presentación ampliamente difundida consiste en decir que los capitales tienen permanentemente la alternativa de invertirse en la esfera productiva o de colocarse en los mercados financieros especulativos, y que arbitran entre los dos en función de rendimientos esperados. Este enfoque tiene virtudes críticas, pero tiene el defecto de sugerir que hay allí dos medios alternativos de ganar dinero. En realidad, uno no puede enriquecerse en la Bolsa más que sobre la base de una punción operada sobre la plusvalía, de suerte tal que el mecanismo admite límites, los de la explotación, y que el movimiento de valorización bursátil no puede autoalimentarse indefinidamente.

Desde un punto de vista teórico, las corridas de la Bolsa deben ser indexadas sobre las ganancias esperadas. Esta ligazón es muy imperfecta, y también depende de la estructura de financiamiento de las empresas: según que estas se financien principal o accesoriamente en los mercados financieros, el curso de la acción será un indicador más o menos preciso. El economista marxista Anwar Shaikh ha exhibido una especificación que muestra que esta relación funciona relativamente bien para Estados Unidos . Es igual en el caso francés: entre 1965 y 1995, el índice de la Bolsa de París está bien correlacionado con la tasa de ganancia. Pero esta ley ha sido transgredida en la segunda mitad de los ’90: en París, el CAC 40, por ejemplo, se multiplicó por tres en cinco años, lo que es muy extravagante. La inversión bursátil debe interpretarse entonces como una forma de llamado al orden de la ley del valor que se abre paso, sin cuidarse de los modos económicos. El retorno de lo real, a fin de cuentas, remite a la explotación de los trabajadores, que es el verdadero "fundamento" de la Bolsa. El crecimiento de la esfera financiera y de los ingresos que ella procura, no es posible más que en proporción exacta del aumento de la plusvalía no acumulada, y tanto una como otra admiten límites, que han sido alcanzados.

¿Fin del trabajo, y entonces, del valor - trabajo?

Una de las objeciones dirigidas clásicamente a la teoría del valor es que los salarios representan una fracción cada vez más reducida de los costos de producción (del orden del 20%). En estas condiciones, se hace difícil mantener que el trabajo es la única fuente de valor. Sin embargo, este enfoque no resiste examen y basta plantear una simple pregunta: ¿a qué puede corresponder ese 80% de los costos no salariales en la fabricación de un automóvil? Si se examinan las cuentas de una sociedad, encontraremos sobre todo un puesto titulado compras intermediarias, que puede efectivamente, superar la masa salarial. Pero, si uno es marxista ¿podemos detenernos aquí y no examinar esta rúbrica más de cerca? Se encontrarán, por ejemplo, compras de chapas a la industria siderúrgica, o de neumáticos, o de retrovisores, etc., a los que se denomina equipamientos. ¿Pero se trata de costos no salariales? Evidentemente no, porque el costo de estos suministros incorpora en sí mismo trabajo asalariado, es el ABC de la teoría del valor - y simplemente de la contabilidad nacional. La baja de salarios directos corresponde igualmente a una externalización de ciertos servicios (del mantenimiento a la investigación) o a la entrega a la subcontratación de ciertos segmentos productivos. Entonces, es necesario consolidar, y tomar en cuenta, el trabajo incorporado en los precios de todas estas prestaciones. Así se obtiene una parte de los salarios con valor agregado, que ha bajado, ciertamente, pero que hoy representa alrededor del 60% para el conjunto de las empresas. Estas cifras permiten verificar que la fijación de los patrones sobre la masa salarial no tiene nada de irracional sino que corresponde a una concepción muy pragmática de la relación de explotación, en este caso más lúcida que la que consiste en sorprenderse de semejante obstinación.