Para complementar la difusion de EL CAPITAL EN COMIC , comenzamos a publicar esta interesante material que nos permite comprobar que los postulados de MARX se mantienen vigentes a pesar de los cambios a los que se han producido en el capitalismo mundial en los ultimos años.
1 - ¿Por qué una teoría del valor?
por Michel Husson
Dos contribuciones a "El marxismo frente al capitalismo contemporáneo" Cahiers de Critique Communiste, 2004.
1- ¿Por qué una teoría del valor?
La teoría del valor - trabajo está en el centro del análisis marxista del capitalismo. Por lo tanto, es normal comenzar por ella si se quiere evaluar la utilidad de la herramienta marxista para la comprensión del capitalismo contemporáneo. Este debate no es nuevo, y deb
emos distinguir dos tipos de preguntas: 1) ¿los progresos ulteriores de la ciencia económica no han vuelto caduca la teoría del valor? ; 2) ¿ las nuevas características del capitalismo no la han superado? Mientras respondemos a estos dos tipos de objeciones, nos dedicaremos a mostrar por qué esta referencia teórica es una plomada irremplazable en muchos de los debates actuales.
Lo que dice la teoría del valor
Aquí no se trata de exponer esta teoría en todos sus desarrollos . Después de todo, se la puede resumir muy sucintamente alrededor de esta idea central que es el trabajo humano, única fuente de creación de valor. Por valor, es necesario entender aquí el valor monetario de las mercancías producidas por el capitalismo. Entonces, nos encontramos confrontados a este verdadero enigma, de un régimen económico en el que los trabajadores producen la integridad del valor, pero no reciben más que una fracción bajo la forma de salarios, yendo el resto a la ganancia. Los capitalistas compran los medios de producción (máquinas, materias primas, energía, etc.) y la fuerza de trabajo; producen mercancías que venden y al final de cuentas, se vuelven a encontrar con más dinero que el que han invertido al principio. La ganancia es la diferencia entre el precio de venta y el precio de reventa de esta producción. Esta constatación es la que sirve de definición en los manuales.
Pero el misterio sigue siendo completo. Si compro mercancías en un negocio y trato de revenderlas más caras, no lo lograré, a menos que le robe, de una u otra manera a mi cliente, o que haga contrabando. Pero una sociedad no puede estar fundada por mucho tiempo en el engaño y el desvío. Por el contrario, el capitalismo funciona normalmente a partir de una serie de intercambios iguales, en un momento dado, el capitalista paga los suministros y a sus asalariados a precio de mercado. Salvo situación excepcional, el asalariado recibe una retribución de su trabajo conforme al "precio de mercado", aún cuando, por la lucha social, busque aumentar ese precio.
Es alrededor de esta cuestión, absolutamente fundamental, que Marx abre su análisis del capitalismo en El Capital. Antes de él, los grandes clásicos de la economía política, como Adam Smith o Ricardo, procedían de otra manera, preguntándose qué era lo que regulaba el precio relativo de las mercancías: ¿por qué, por ejemplo, una mesa vale el precio de cinco pantalones? Rápidamente, la respuesta que se impone es la de decir que esta relación de 
Marx propone su solución, que es, a la vez, genial y simple (al menos a posteriori). Aplica a la fuerza de trabajo, esta mercancía un poco particular, la distinción clásica, que hace suya, entre valor de uso y valor de cambio. La idea es la siguiente: el salario es el precio de la fuerza de trabajo que es socialmente reconocido en un momento dado como necesario para la reproducción de la fuerza de trabajo. El salario es, entonces, el precio de la canasta de consumo medio del asalariado. Desde este punto de vista, el intercambio entre el vendedor de fuerza de trabajo y el capitalista es, en regla general, una relación igual. Pero la fuerza de trabajo tiene esta propiedad particular - es su valor de uso - de producir valor. El capitalista se apropia la totalidad de este valor producido, pero no paga más que una parte, porque el desarrollo de la sociedad hace que los asalariados puedan producir durante su tiempo de trabajo un valor más grande que el que van a recuperar en forma de salario. Hagamos como Marx, en las primeras líneas de El Capital, y observemos a la sociedad como una "inmensa acumulación de mercancías" todas producidas por el trabajo humano. Se pueden hacer dos partidas con esto: la primera partida está formada por bienes y servicios de consumo que regresan a los trabajadores; la segunda partida, que comprende a los bienes llamados "de lujo" y los bienes de inversión, corresponden a la plusvalía. El tiempo de trabajo del conjunto de esta sociedad puede, a su vez, ser descompuesto en dos: el tiempo consagrado a producir la primer partida es llamado por Marx trabajo necesario, y el plustrabajo es el que se consagra a la producción de la segunda partida.
Esta representación es bastante simple, en el fondo, pero, para llegar a ella, evidentemente hay que tomar un poco de distancia y adoptar un punto de vista social. Es precisamente este paso atrás el que es difícil de hacer porque la fuerza del capitalismo es proponer una visión de la sociedad que hace una larga serie de intercambios iguales. Contrariamente al feudalismo, en donde el plustrabajo era perceptible físicamente, se tratase de entregar una cierta proporción de la recolección o de ir a trabajar un cierto número de días por año a la tierra del señor, esta distinción entre trabajo necesario y plustrabajo se vuelve opaca en el capitalismo, por las modalidades del reparto de riquezas y por una división social del trabajo muy profunda.



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