viernes, 30 de mayo de 2008

SOBRE LA TEORIA DEL VALOR 6º PARTE

La teoría de las ondas largas

Pero el capitalismo tiene una historia, que no hace más que repetir este funcionamiento cíclico y que conduce a la sucesión de períodos históricos, marcados por características específicas. La teoría de las ondas largas, desarrollada por Ernest Mandel conduce a un punto de referencia resumido en el siguiente cuadro:

Cuadro 1 - Sucesión de las ondas largas

Fase expansiva Fase recesiva 1ª. Onda larga 1789 - 1816 1816 - 1847 2ª. Onda larga 1848 - 1873 1873 - 1896 3ª. Onda larga 1896 - 1919 1919 - 1920/45 4ª. Onda larga 1940/45 - 1967/73 1968/73 - ¿? "Los Treinta Gloriosos" "La crisis"

En un ritmo mucho más largo, el capitalismo conoce así una alternancia de fases expansivas y de fases recesivas. Esta presentación sintética necesita algunas precisiones. La primera es que no basta esperar 25 o 30 años. Si Mandel habla de onda más bien que de ciclo, es porque su enfoque no se sitúa en un esquema generalmente atribuido a Kondratieff - probablemente sin razón -, de movimientos regulares y alternados de los precios y de la producción . Uno de los puntos importantes de la teoría de las ondas largas es romper la simetría de las inversiones: el pasaje de la fase expansiva a la fase depresiva es "endógeno", en el sentido en que resulta del juego de los mecanismos internos del sistema. El pasaje de la fase depresiva a la fase expansiva es, por el contrario, exógeno, no-automático, y supone una reconfiguración del entorno social e institucional. La idea clave es que el pasaje a la fase expansiva no está dado de antemano, y que es necesario reconstruir un nuevo "orden productivo". Esto toma el tiempo que haga falta, y entonces, no se trata de un ciclo semejante al ciclo coyuntural, cuya duración puede ser conectada con la duración de vida del capital fijo. Por eso este enfoque no le confiere ninguna primacía a las innovaciones tecnológicas: en la definición de este nuevo orden productivo, las transformaciones sociales (relación de fuerzas capital - trabajo, grado de socialización, condiciones de trabajo, etc.) juegan un rol esencial.

El desarrollo de las ondas largas tiene algo que ver con la tasa de ganancia. Pero esto no quiere decir que la fase expansiva se desencadena automáticamente a partir que la tasa de ganancia franquea cierto límite. Esta es una condición necesaria pero no suficiente. Es necesario que la manera en que se restablezca la tasa de ganancia aporte una respuesta adecuada a otras cuestiones que se refieren sobre todo a la realización. Por eso, la sucesión de las fases no está para nada dada de antemano. Periódicamente, el capitalismo debe redefinir así las modalidades de su funcionamiento, y poner en práctica un "orden productivo" que responda de manera coherente a un cierto número de cuestiones en cuanto a la acumulación y a la reproducción. Es necesario combinar especialmente cuatro elementos :

un modo de acumulación del capital que regla las modalidades de la competencia entre capitales y la relación capital - trabajo;
un tipo de fuerzas productivas materiales;
un modo de regulación social: derecho de trabajo, protección social, etc.;
el tipo de división internacional del trabajo.

La tasa de ganancia es un buen indicador sintético de la doble temporalidad del capitalismo. A corto plazo, fluctúa con el ciclo coyuntural, mientras que sus movimientos de largo plazo resumen las grandes fases del capitalismo. La puesta en marcha de un orden productivo coherente, se expresa en su mantenimiento a un nivel elevado y más o menos "garantizado". Al cabo de cierto tiempo, el juego de las contradicciones fundamentales del sistema degrada esta situación, y la crisis se marca, siempre y en todas partes, con una baja significativa de la tasa de ganancia. La crisis refleja una doble incapacidad del capitalismo para reproducir el grado de explotación de los trabajadores y para asegurar la realización de las mercancías. La progresiva puesta en marcha de un nuevo orden productivo se expresa con el restablecimiento más o menos rápido de la tasa de ganancia. Es de esta manera que nos parece útil reformular la ley de la baja tendencial de la tasa de ganancia: esta última no baja de manera continua, sino que los mecanismos que empujan a la baja terminan por triunfar siempre sobre lo que Marx llamaba las contratendencias. La exigencia de una reforma del orden productivo reaparece entonces periódicamente.

El enfoque marxista de la dinámica larga del capital podría ser resumido, al fin de cuentas, de la siguiente manera: la crisis es segura, pero la catástrofe no. La crisis es segura, en el sentido en que todos los arreglos que el capitalismo se inventa, o se le imponen, no pueden suprimir por mucho tiempo el carácter desequilibrado y contradictorio de su funcionamiento. Solamente el pasaje a otra lógica podría desembocar en una regulación estable. Pero estos cuestionamientos periódicos que acompasan su historia no implican para nada que el capitalismo se dirija inexorablemente hacia su hundimiento final. Frente a cada una de estas "grandes crisis", la opción está abierta: o el capitalismo es derrocado, o reaparece con formas que pueden ser más o menos violentas (guerra, fascismo), y más o menos regresivas (giro neoliberal). Es en este marco que se debe examinar la trayectoria del capitalismo contemporáneo.

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